En su última cumbre, los estados miembros de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) llegaron a un acuerdo para ampliar el número de países que componen este bloque político y económico. De esta manera, desde el primero de enero de 2024 se incorporarán Argentina, Egipto, Arabia Saudita, Irán, Emiratos Árabes Unidos y Etiopía.
Argentina había manifestado en reiteradas ocasiones su voluntad de formar parte de los BRICS. Si bien no estaba previsto que la ampliación del espacio se tratara en esta cumbre, a último momento y por la presión de Brasil, India y China, se llevó adelante. Este es el motivo por el cuál ninguno de los mandatarios de los países ingresantes se encontraba presente en Johannesburgo, Sudáfrica, al momento de los anuncios.
La lista se terminó por definir a último momento. Como resultado no se produjo el ingreso de Indonesia, que había sido mencionada en un comienzo, pero sí el de Etiopía, que al principio parecía fuera. Para Argentina fue clave el fuerte apoyo que manifestó el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva. También hubo un apoyo directo de China y de la India. Rusia, en este caso, mantuvo una postura neutral. Cabe mencionar que Brasil, China e India son los principales socios comerciales argentinos.
El ingreso de Argentina plantea una mezcla de desafíos y expectativas sobre los beneficios que puedan existir para la economía nacional. Si bien desde el PRO y La Libertad Avanza se atacó el acuerdo, una mirada no obtusa ni sesgada por los intereses políticos, muestra que el ingreso a los BRICS es una ventana de oportunidades enorme.
Hasta el momento, los BRICS representan el 42% de la población mundial, alrededor del 30% de la superficie terrestre y el 23% del producto interno bruto (PBI). En 2015, el organismo creó el Nuevo Banco de Desarrollo, con la intención de ofrecer una opción distinta al Banco Mundial y al FMI, para que sus estados miembros cuenten con respaldo económico para proyectos específicos.
Los países que se suman llegan con importantes aportes: Irán, Arabia Saudita y los Emiratos están entre los principales proveedores mundiales de petróleo; Argentina cuenta con importantes reservas de gas, minerales como el litio y su producción alimentaria; por su parte, Etiopía es uno de las economías emergentes que más viene creciendo en África gracias a la agricultura, el gas y grandes explotaciones de metales como oro, tantalio o potasio. Con estos países el bloque pasará a representar el principal PBI mundial, superando de este modo al G7 (Estados Unidos, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y Canadá) por cerca de dos puntos.
La participación en este bloque permite a la Argentina profundizar el intercambio comercial con algunos países, a la par de la posibilidad de ampliar el comercio con África y Medio Oriente. La pertenencia a la alianza mejora significativamente las condiciones de negociación frente al mundo, y reduce los aranceles de los participantes interbloque. Además, un punto esencial es la intención de prescindir del dólar en el comercio bilateral. Esa es otra de las principales funciones del Nuevo Banco de Desarrollo que hoy preside la ex primera mandataria de Brasil, Dilma Rousseff. En un contexto de escasez, poder comerciar en otras divisas, es una gran noticia para Argentina.
En cuanto a la geopolítica, el bloque BRICS también presenta desafíos y oportunidades. Por un lado, los BRICS intentan convertirse en una especie de foro en el cual los países del mundo periférico puedan plantear cuestiones que no son escuchadas en los foros tradicionales. Por ejemplo, ningún miembro de BRICS, ni los iniciales ni los que se suman, pertenecen a la OTAN. Sin embargo, las posturas y alianzas dentro del bloque son variadas, lo que permite un juego más amplio. Por un lado, tanto Arabia Saudí como los Emiratos Árabes Unidos son tradicionales aliados militares de los Estados Unidos en Medio Oriente, papel que viene siendo eclipsado por China, mientras que Irán se ubica en las antípodas. Etiopía alberga la sede de la Unión Africana, que reclama y ejerce una influencia diplomática clave en asuntos internos del África. Argentina ha sido junto a Brasil un importante motor de instancias de integración regional soberanas como UNASUR o CELAC, lo que fortalece el signo multipolar. También ha sido con Egipto, país fundador del Movimiento de No Alineados, un defensor histórico de un mayor equilibrio en la gobernanza global.
Este escenario podría ser una plataforma para fortalecer algunos reclamos históricos de nuestro país como la soberanía de las Islas Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur y la necesidad de una nueva arquitectura financiera global que promueva procesos de reestructuración de deudas soberanas que pongan en el centro las necesidades de los pueblos. Para algunos especialistas, el ingreso a los BRICS podría tratarse tal vez del anuncio más importante de política exterior del presidente Alberto Fernández en su gestión. La participación de Argentina en BRICS no significa una cuestión de exclusividad y de cerrarse al resto del mundo, sino que puede generar una política multivectorial, manteniendo vínculos con todos los actores de peso internacional, occidentales y no occidentales.