Descubrir un dinosaurio es siempre una noticia excepcional. Es el pasado que se hace presente. En muchos casos, los huesos se desempolvan, de a poco, uno al lado del otro. En otros, hay que reconstruir la forma. Este es el caso de la nueva especie que se presenta hoy en Villa El Chocón. Un nuevo dinosaurio hecho a partir de dos individuos distintos.
Pero, para llegar a esta nueva especie, hubo que recorrer bastante. Y un poco de historia, no viene mal: a partir de la década de 1960 se produjeron hallazgos paleontológicos en Villa El Chocón. Luego de décadas de descubrimientos de vertebrados cretácicos, la localidad se ha consolidado como referente a nivel nacional e internacional.
Pero, para conocer el origen de la nueva especie que se presenta hoy hay que ir hasta el 2000. Corría la primavera y Manuel Bustingorry, el menor de los hermanos de la familia pionera, dio aviso de un hallazgo al museo municipal: había encontrado un hueso llamativamente grande y robusto cerca de un cañadón. La noticia llegó a Rubén Carolini, que estaba a cargo del museo de Villa El Chocón. Junto a la paleontóloga Simón, un técnico y el chofer fueron directo a ver qué pasaba.
Al ver el fósil sobre el terreno, debajo de un gran alpataco, la emoción fue grande para todos. Tras la visita, no hubo mucho que esperar: iniciaron la excavación. La primera campaña la realizaron en febrero del año 2001 y fue todo un reto. Las piezas que encontraron eran muy grandes. Por ejemplo, hallaron el hueso del brazo, el húmero, que medía 1,70 m y la escápula 1,64 m. Pero, además del tamaño, algunas piezas estaban superpuestas. Esto exigió decisiones importantes para asegurar su preservación. Por otro lado, el trabajo de extracción por momentos se dificultó: eran once personas trabajando en un espacio reducido. Pero, el entusiasmo se renovaba al descubrir las joyas fósiles que iban surgiendo de la roca cretácica al son de cortafierros, puntas y mazas.
La segunda excavación se realizó entre noviembre y diciembre del 2001. Las piezas eran tan voluminosas y pesadas que trasladarlas al laboratorio fue una tarea de gran precisión y esfuerzo. La campaña dio sus frutos: rescataron cinco huesos de la mano derecha del dinosaurio; tres huesos de los dedos “falanges”; y una vértebra de la espalda del dinosaurio que, aunque con su espina rota, alcanzaba los 93 cm de altura. Las piezas fueron llevadas al laboratorio y ahí comenzó la etapa de describir, ordenar y compararlas para finalmente poder armar el gran “rompecabezas”.
Con la colaboración de Dr. Leonardo Salgado, especialista en paleontología de vertebrados y uno de los investigadores más destacados en esta temática, lograron dar “forma” a los cincuenta huesos recuperados. A partir de allí, descubrieron que los huesos pertenecieron a cuatro individuos, todos de la misma especie. Y con dos de ellos crearon una nueva especie: “Bustingorrytitan shiva”, que es la que presentan hoy.
Pero, la tarea no fue fácil. Para crear esta nueva especie se basaron en un ejemplar, el más completo, que en términos técnicos se conoce como “holotipo”. De este animal se recuperaron cuarenta piezas. Y otro ejemplar, que complementa la información del primero, conocido como “paratipo”, que está representado por seis piezas y es un poco más pequeño que el primero. Considerando ambos dinosaurios, crearon la nueva especie. Así nació Bustingorrytitan shiva.
El nuevo dinosaurio es un saurópodo, un tipo de dinosaurio cuadrúpedo, herbívoro, que incluye a los animales más grandes que hayan poblado los continentes. Estos gigantes del Mesozoico hicieron su aparición hace más de 200 millones de años, posiblemente en el Triásico Tardío y se extinguieron junto con la mayoría de los dinosaurios hacia fines del Cretácico, hace unos 65 millones de años.
Bustingorrytitan shiva es parte de un grupo de dinosaurios que comúnmente no alcanzan grandes tamaños, los Saltasaúridos. Sin embargo, al aplicar un método de estimación de masa corporal dio como resultado que habría pesado como mínimo 50 toneladas, pudiendo alcanzar probablemente las 57 toneladas. Esto coloca a Bustingorrytitan shiva como uno de los saurópodos más grandes registrados. El gigantismo del nuevo dinosaurio corrobora la idea de que los megatitanosaurios, titanosaurios con un peso de 50 toneladas o más, habrían evolucionado más de una vez dentro de los titanosaurios. En Neuquén, Bustingorrytitan se agrega al grupo de gigantes donde se hallan Argentinosaurus huinculensis y Futalognkosaurus dukei.
La ciencia en jaque, otra vez
En la década de 1990, las reducciones presupuestarias fueron uno de los factores que hundieron a las Universidad Nacionales y al Conicet, en una de sus crisis más profundas. Esto condujo al cierre de centros e institutos y al conocido éxodo de la “materia gris” del país. En 2001, una vez más, la situación se agravó y fuimos testigos de la destrucción sistemática del sistema científico tecnológico argentino. Esto fue denunciado por pensadores internos y externos al campo científico. Diego Hurtado en su libro “La ciencia argentina, un proyecto inconcluso”, mostró el entramado que subyace a los vaivenes de la ciencia argentina en el período 1930 – 2000. En esos años Marcelino Cereijido y Laura Reinking publicaron en 2003 “La ignorancia debida”. Ambos fueron contundentes: lo que establece la disparidad entre el rico y el pobre, es una ciencia moderna que ha partido a la humanidad en un Primer Mundo que investiga, crea, produce, vende, decide, define, dicta, impone, censura, invade, y un Tercero que viaja, se comunica, viste, cura y mata con vehículos, ropas, medicamentos y armas que han inventado los del Primero.
En este tiempo de cambios, una vez más somos testigos del afán de “desguace” del sistema científico tecnológico nacional. Son muchas las voces que se han levantado para defenderlo. Tal vez una de las manifestaciones más notables es la carta de los 68 premios Nobel quienes expresaron, en una dura crítica dirigida al presidente Javier Milei, su preocupación por la situación de desfinanciamiento que transita la ciencia argentina.
Quien busca destruir el sistema científico argentino, no puede argumentar que lo hace en nombre de la libertad. Posiblemente desconoce la importancia de la ciencia, o simplemente responde a otros intereses, que no son los de la Nación.
El coloso de las crisis
Hace 93 millones de años, momento en que existió Bustingorrytitan shiva se produjo una crisis en el mundo que generó la desaparición de grandes grupos de animales. Esa fue una crisis debida a causas naturales. Es notable que Bustingorrytitan shiva sea “testigo” de dos crisis más, pero debidas a la acción del ser humano, una en 2001, cuando fue extraído de la tierra y otra, en 2024, cuando sale a la luz pública.