El 16 de septiembre de 1974, Atilio López, conocido como el «Negro Atilio», fue secuestrado y asesinado por la Triple A en Capilla del Señor. Atilio fue uno de los máximos referentes de la CGT combativa, junto a Agustín Tosco (Luz y Fuerza) y René Salamanca (Smata). Su liderazgo y valentía lo convirtieron en una figura clave de la lucha obrera, no solo en Córdoba, sino en todo el país.
Desde joven, López se involucró en el sindicalismo. A los 21 años ingresó como chofer en la CATA y, tras años de militancia, en 1957 fue elegido Secretario General de la U.T.A. Bajo su conducción, la CGT Córdoba fue fundamental en la resistencia contra las dictaduras y en la organización de huelgas que marcaron la historia del movimiento obrero. Fue uno de los principales artífices del Cordobazo, una de las protestas más emblemáticas de la historia argentina que aceleró la caída del dictador Juan Carlos Onganía.
Militante del Peronismo Revolucionario, en 1973 fue electo vicegobernador de Córdoba, acompañando a Ricardo Obregón Cano en una fórmula que ganó las elecciones y gobernó hasta el golpe policial conocido como el Navarrazo en 1974, que los destituyó.
El 16 de septiembre de ese mismo año, López fue secuestrado en Buenos Aires por la Triple A y su cuerpo apareció acribillado junto al del contador Juan José Varas. Su funeral en Córdoba fue un acto masivo de resistencia, donde miles lo despidieron en una caravana que recorrió la ciudad.
Atilio López sigue siendo un símbolo de la combatividad de los 70, la lucha obrera y el compromiso con los derechos de los trabajadores.