Al oeste de la ciudad de Córdoba, algunas vecinas del barrio El Sauce tomaron la posta y empezaron a hacerse cargo de tareas que históricamente (y por mandato social) asumen los hombres. Así nació Molonas, un proyecto socio-productivo que desde 2019 viene formando y dando trabajo a quienes se interesan en estos labores.
«Somos un grupo de mujeres que realiza trabajos de construcción, carpintería, albañilería, plomería…», explica una de las 12 participantes de Molonas. La actividad laboral que llevan a cabo es el resultado de talleres formativos que les permiten adquirir conocimientos sobre las características y usos tanto de las herramientas como de los materiales. Además de estas tareas, ofrecen productos que fabrican en el taller de construcción, como macetas, huerteros y elementos para el hogar.
El nombre tiene su origen en uno de los elementos esenciales de su trabajo. A la pregunta de ¿Por qué ‘Molonas’?, explican: “porque empezamos a construir con molones, que son ladrillos de botellas recicladas. Y estábamos arrancando y no sabíamos qué nombre poner. Y nos gustó mucho porque nos identificaba en lo que estábamos haciendo”.
Pero además de ser un espacio formativo y laboral, para las vecinas comprometidas en Molonas, participar de manera cooperativa en el impulso de un emprendimiento de construcción representa un momento de ruptura con la rutina diaria en el hogar, permitiéndoles distanciarse de los roles socialmente establecidos. Por esta razón, valoran en gran medida la posibilidad de «escapar de las tareas domésticas» y «compartir con sus compañeras», considerándolos algunos de los aspectos que más les entusiasman.
Insertarse en un mercado laboral esencialmente masculinizado es uno de los desafíos más complejos que enfrentan. Frente a estos prejuicios, el trabajo es para Molonas una demostración de que, en primer lugar, pueden hacer las mismas tareas de construcción que los varones, pero por sobre todo, es una estrategia para abrirse paso en un mercado laboral sumamente complejo como el de la construcción. Sobre este asunto, afirman que “hay mujeres constructoras pero no están visibilizadas todavía. Hay mucho machismo que se piensa que las mujeres no pueden hacer el mismo trabajo que los hombres”.
La organización colectiva, en este sentido, es fundamental para avanzar con el proyecto: “cuando trabajas con varones es como que te dicen ‘los que decidimos somos nosotros’, casi que tenemos que agarrarnos de los pelos para que nos escuchen a nosotras. En Molonas decidimos entre todas lo que queremos hacer”.
En ese proceso, el trabajo frente a todas las adversidades nombradas, representa algo que genera orgullo: “Las personas nos ven y admiran el trabajo que hacemos. Hay muchas personas que no pueden hacer lo que hacemos, por la familia o los maridos, por eso también está bueno lo que hacemos”.
Molonas, a través de su labor, enfrenta dos de los principales desafíos que afectan a los residentes de los barrios periféricos de la ciudad. Por un lado, abordan de manera colectiva las condiciones materiales de vida, creando empleo y, por ende, contribuyendo al sustento de sus hogares. Por otro lado, demuestran en la práctica que las mujeres son capaces de desempeñar un papel activo en la industria de la construcción.