El Instituto Pensar Igualdad presentó el informe “La macro aprieta, la casa y la calle ahorcan”, un trabajo que pone en discusión la forma en que se interpreta la situación social a partir de los datos oficiales. Coordinado por el sociólogo Gonzalo Assusa, el estudio parte de la última Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec y propone una lectura más cruda de las llamadas “microeconomías” familiares, atravesadas por recortes, deudas y estrategias de supervivencia.
Según el informe, la desaceleración inflacionaria y la baja en los índices formales de pobreza no alcanzan para explicar el malestar social que persiste en amplios sectores. Lejos de una mejora sostenida, muchas familias experimentan un deterioro en su vida cotidiana, visible en la mesa, en las billeteras y en la organización diaria de los hogares. En ese marco, el documento plantea que existe un divorcio creciente entre los logros macroeconómicos destacados por el Gobierno y la experiencia real de la población.





Uno de los datos más sensibles tiene que ver con la alimentación. El relevamiento señala que el 17% de los hogares redujo porciones de comida entre adultos y el 11% lo hizo entre niñas y niños. En el caso de los hogares con trabajadores informales, esos porcentajes se disparan al 42% y 32%, respectivamente, dando cuenta de una situación de emergencia silenciosa que no siempre aparece reflejada en los indicadores agregados.
El informe también pone el foco en el avance del endeudamiento como estrategia para llegar a fin de mes. Más de la mitad de los hogares recurre a compras en cuotas o al fiado, una proporción que asciende a siete de cada diez en la clase media asalariada. Además, casi cuatro de cada diez hogares utilizaron ahorros para cubrir gastos corrientes y un porcentaje significativo debió pedir dinero prestado a familiares, amigos o entidades bancarias, lo que evidencia la pérdida del “colchón” financiero.
Por último, el trabajo analiza el impacto del ajuste fiscal y su distribución. Jubilaciones, universidades públicas y subsidios a la energía y el transporte aparecen entre los sectores más afectados, lo que refuerza, según el Instituto, el carácter regresivo del ajuste. La conclusión es clara: la estabilización económica no se traduce automáticamente en bienestar y, mientras los números macro muestran mejoras, la crisis sigue apretando en las casas y en las calles.
Imagen de portada: Redacción Vía Córdoba





