El Estudio interdisciplinario de las economías populares en la provincia de Córdoba presenta su Informe Técnico N° 2, fruto del primer relevamiento empírico cuali-cuantitativo de cobertura provincial sobre la dinámica y problemáticas de la economía popular cordobesa. El trabajo fue realizado por un equipo interdisciplinario del CONICET (IDACOR e ISTE), UNC y UNRC, con la coordinación de Julieta Quirós, Karina Tomatis y Claudia Kenbel, y revela rasgos estructurales de un sector socio-productivo que actualmente abarca al 27% de la población económicamente activa de Córdoba y sostiene, con su trabajo, a hogares que representan al 37% de la población total provincial.
Entre los principales hallazgos del relevamiento provincial destaca la fuerte incidencia de pluriactividad y sobreocupación en los trabajadores/as del sector, los desafíos de sostenibilidad que afrontan cotidianamente en la autogestión de sus emprendimientos y unidades productivas, y la alternancia cíclica y contracíclica entre trabajos por cuenta propia y trabajos asalariados precarizados.
En su conjunto, este diagnóstico interdisciplinario constituye una herramienta fundamental para comprender de manera integral un segmento laboral de importancia estratégica para el desarrollo con equidad social y productiva en la provincia de Córdoba, así como para enriquecer las capacidades sociales y gubernamentales en el diseño de intervenciones orientadas a la mejora de las condiciones, oportunidades laborales y calidad de vida de sus trabajadores/as.
¿De qué hablamos cuando hablamos de economía popular (EP)?
De acuerdo al estudio, se trata del sector de trabajadores y trabajadoras que día a día, en Córdoba y Argentina, se las ingenia para ganarse la vidapor fuera del sistema laboral asalariado, mediante ocupaciones por cuenta propia en oficios, pequeños emprendimientos y unidades productivas, comerciales o de servicios, de carácter individual, familiar y asociativo.
El informe muestra la heterogeneidad que caracteriza a las unidades productivas de la EP: desde un puesto de venta o reventa en una feria barrial, la reventa digital o por catálogo, emprendimientos de manufactura artesanal -una carpintería familiar, un taller textil cooperativo, o un delivery de comidas caseras-, hasta la prestación de servicios en oficios tradicionales como plomería, construcción, peluquería o estética, así como en nuevos oficios, como la recuperación de residuos o los servicios de plataforma. “La EP es el cuentapropismo popular del siglo XXI”, resume Julieta Quirós.
El sector constituye uno de los segmentos más desprotegidos del mercado de trabajo:
- seguridad social y laboral: las actividades de la economía popular se desarrollan en condiciones de baja registración laboral, fiscal y societal; con base en indicadores de la Encuesta Permanente de Hogares-Total Urbana (EPH-TU) del INDEC, el informe indica que al 2024 sólo el 41,4% de los/as trabajadores del sector cuenta con algún tipo de cobertura de salud (incluyendo PAMI), mientras esta condición alcanza al 71,2% de la población trabajadora de otras categorías ocupacionales.
- incidencia de pobreza por ingresos: para el mismo año, el 51,6% de la población EP integra hogares que no alcanzan a cubrir una canasta básica total (es decir, se encuentra en situación de pobreza) y el 29,7% -casi 1 de cada 3 hogares- no llega a cubrir una canasta alimentaria (es decir, se encuentra en condición de indigencia).
La economía popular cordobesa, en números
Desde hace por lo menos 3 décadas, el sector de la economía popular oscila entre un tercio y un cuarto de la población económicamente activa de Córdoba y Argentina. Con base en datos de la EPH-TU, el informe indica que entre 2023 y 2024 su peso relativo en la PEA se incrementó un 5,9% en Córdoba. Asimismo, en los últimos 14 años el sector creció un 15,7% en la provincia y un 13% a nivel nacional.
Al 2024, el sector de la economía popular representa al 27,6% de la PEA cordobesa -unos 471.000 trabajadores/as-, lo que significa que 1 de cada 4 personas que trabaja en la provincia lo hace en alguna actividad de la economía popular. En su conjunto, este sector socio-productivo sostiene a un 37% de la población cordobesa, lo que significa que los hogares con al menos un trabajador o trabajadora de la economía popular alcanzan a 1.287.235 personas, de las cuales 180.440 son menores de 10 años.
Principales hallazgos del relevamiento en territorio cordobés
Sobre una investigación cualitativa y cuantitativa desarrollada a nivel provincial durante el año 2023, en distintas regiones, ramas de actividad y tipos de unidad productiva (individual, familiar y asociativa) de la economía popular, el estudio encontró:
- Los/as trabajadores/as de la EP son mayoritariamente pluriactivos
El 60% de los encuestados del estudio es pluriactivo, es decir, desarrolla dos o más actividades laborales diferentes para poder “hacerse un sueldo”. Las autoras del informe subrayan la importancia del hallazgo dado que la pluriactividad constituye un rasgo laboral aun opaco a la estadística oficial: “Para el período del estudio, por ejemplo, la EPH -principal instrumento estadístico de medición del mercado de trabajo- capturaba pluriocupación en solo un 6,2% de trabajadores/as de la economía popular», señalan.
Por otro lado, si bien el pluriempleo constituye una condición en aumento entre diversos segmentos de la clase trabajadora, el informe señala que en la economía popular adopta singularidades que es necesario divisar:
- S. tiene 39 años y vive en Río Cuarto; elabora panificados en su casa y los vende en una feria popular organizada por el municipio. Por las tardes, cuando la llaman, atiende al público en una ferretería. Seis noches por semana cuida a una pareja de ancianos. También revende productos por catálogo y maples de huevos.
- P. tiene 43 años y vive en Villa Dolores; es técnico en refrigeración, trabaja reparando artefactos y electrodomésticos por encargo en el taller que funciona en su propia casa. También hace changas en herrería, albañilería y plomería. Con su esposa, trabaja un carrito de superpanchos en las fiestas patronales de la zona. También venden pollos y huevos caseros. Cuando no sale trabajo en lo suyo, fabrica cuchillos criollos que ofrece para la venta entre conocidos.
Casos como estos nos hablan de dos rasgos específicos de la pluriocupación en el sector EP. Por un lado, el pluri-cuentapropismo: de acuerdo al estudio, el 77% de quienes desarrollan esquemas pluriactivos combina actividades por cuenta propia, mientras solo el 23% combina una actividad por cuenta propia con una ocupación en relación de dependencia, mayormente no registrada. Esto contrasta con la realidad de otras categorías ocupacionales -la de los profesionales, por ejemplo-, donde la pluriocupación se compone, en una importante proporción, de la complementación entre un trabajo en relación de dependencia y trabajos independientes. Por otro lado, la combinación de distintas ramas de actividad: a diferencia de lo que ocurre en otros segmentos ocupacionales, las estrategias pluriactivas de los/as trabajadores/as de la EP se componen de ocupaciones en ramas y sectores productivos disímiles, cada uno de los cuales requiere movilizar infraestructuras, capacidades y recursos distintos, así como compatibilizar rutinas y ritmos heterogéneos.
- Trabajan mucho: incidencia de sobreocupación en la EP
El informe revela que el 73% de los/as trabajadores/as encuestados/as se encuentra sobreocupado, es decir, trabaja más de las 45 horas semanales que la ley de contrato de trabajo establece como jornada laboral plena. En promedio, el total de encuestados/as trabaja 57:36 horas semanales y en la población sobreocupada se extiende a 65:18 horas semanales, lo que significa que los/as trabajadores/as de la EP trabajan un 45% más de tiempo que quienes tienen una jornada de 8 horas. Esta condición se profundiza en los trabajadores/as pluriactivos/as: el 80% está sobreocupado.
Como señalan Julieta Quirós y Karina Tomatis, coordinadoras del estudio, a contrapelo de las opiniones de sentido común (‘No trabajan’, ‘No quieren laburar’), “lo que evidencia la investigación empírica es la realidad abrumadora de un sector de la clase trabajadora que, lejos de la subactividad, debe llevar adelante vidas pluri y sobre-ocupadas”.
Los datos refutan, también, otro mito establecido en la discusión pública: la idea de que estas poblaciones “viven del Estado”. Con base en indicadores de la EPH, el estudio muestra que solo el 21,8% de quienes se ganan la vida en actividades de la economía popular percibe algún tipo de asistencia social en sus hogares. La percepción de ayuda social por parte de trabajadores/as no-EP es similar, alcanzando al 21,2%. Por otro lado, las investigadoras señalan que “la equivalencia entre ‘recibir ayuda social’ y ‘no trabajar’ es contrafáctica: nuestro relevamiento cuali-cuantitativo vuelve a mostrar que en las economías populares los programas de asistencia funcionan como complemento de los ingresos laborales”.
- Entran y salen de trabajos por cuenta propia y trabajos asalariados precarizados
El estudio muestra que, en cortos períodos de tiempo, un/a trabajador/a puede combinar empleos de tiempo parcial con actividades por cuenta propia, y también asistir a varias “entradas” y “salidas” de trabajos asalariados hacia ocupaciones por cuenta propia y viceversa.
¿A qué se debe esta fuerte dinámica? Por un lado, señalan las investigadoras, a la precariedad que caracteriza a las ofertas de trabajo asalariado efectivamente disponibles. A partir de la reconstrucción de trayectorias laborales recientes, el estudio muestra que las posibilidades de trabajo asalariado realmente existentes para estos sectores trabajadores no solo se caracterizan por la informalidad -es decir, su condición no registrada-, sino que representan desventajas sistémicas como: discontinuidad en las contrataciones, exigencia de jornadas sobre-extendidas, ausencia de derechos y destratos o malos tratos.
A ello se suma, además, las bajas remuneraciones comparativas: el estudio muestra que los/as cuentapropistas pertenecientes al segmento de la economía popular reúnen un ingreso mensual promedio 38% mayor que el de los asalariados informales de igual calificación y 151% mayor que el de las trabajadoras de casas particulares. En su conjunto, estos rasgos nos hablan del deterioro estructural de la categoría laboral asalariada, tanto en términos de condiciones de trabajo como de ingresos.
Frente a este deterioro, el cuentapropismo promete ventajas comparativas: posibilidad de generar un mejor ingreso, manejar los propios tiempos, poder cuidar a los hijos o acomodar la jornada laboral para cumplir con las tareas domésticas y de cuidado, entre otras. Sin embargo, el proyecto y la aspiración de consolidar una unidad de trabajo por cuenta propia, sea individual, familiar o asociativa, se ve cíclicamente amenazado y vuelve a empujar a las personas a empleos de mala calidad. En otras palabras, los emprendimientos de la economía popular encuentran dificultades para constituirse en una fuente suficiente, segura y autónoma de ingresos. ¿Por qué?
- Problemas de sostenibilidad de las unidades productivas
Lecturas que hoy gozan de amplio consenso en el sentido común académico, social y gubernamental -señalan las autoras del informe- tienden a atribuir las dificultades o fracasos del trabajo autogestionado a lo que entienden como déficits en las capacidades de quienes lo llevan adelante. De allí que las principales estrategias de abordaje giren en torno a políticas de capacitación, así como a otras herramientas para fortalecer competencias emprendedoras. Las explicaciones que los propios trabajadores de la EP suelen dar a sus problemas cotidianos están permeadas por esta mirada: “Le tengo que poner más pilas a la difusión”, “No me alcanza el tiempo para hacer más stock”, “Estoy desordenada”, “No sé calcular los precios”.
El principal problema de este tipo de lecturas es lo que no dejan ver: las dificultades del trabajo autogestionado en la economía popular no derivan estrictamente de habilidades/inhabilidades individuales para emprender, sino de las condiciones de sostenibilidad de las unidades productivas.
Hablamos de organizaciones económicas, indica el estudio, que parten de un bajo nivel de capitalización y cuyo principal sostén para impulsar su actividad es la propia fuerza de trabajo. Esto resulta en una serie de problemáticas que las ubica en una posición desventajosa respecto a otras unidades de negocio. Entre ellas, déficits en infraestructura, no solo en equipamientos, sino en condiciones menos visibles a los diagnósticos, como la inadecuación de los lugares de trabajo (el 40% de las unidades productivas funciona en el domicilio particular del trabajador/a) o la falta de vehículos adecuados para la actividad (el 49% de las unidades productivas no cuenta con ellos, lo cual limita sus posibilidades tanto de abastecerse como de vender). Estos déficits son compensados por los/as trabajadores/as con una intensificación del propio trabajo, así como con ajustes en su retribución: para asegurarse la venta de los productos o servicios que ofrecen, bajan su precio. Todo ello, sumado a una inserción frágil en el mercado, redunda en ingresos de subsistencia: en el 51% de las unidades productivas encuestadas por el estudio los ingresos generados no permiten excedentes para reinvertir en la actividad.
¿Por qué es importante mirar este sector?
“Contar con diagnósticos de calidad sobre las realidades, problemáticas y potencialidades de la economía popular reviste una relevancia estratégica para generar intervenciones públicas adecuadas hacia un desarrollo económico integral y socialmente sostenible en la provincia de Córdoba”, explican las coordinadoras del estudio. En segundo lugar, sostienen, el sector de la economía popular “es un lente privilegiado para mirar con mayor precisión e inteligencia el problema del trabajo en Córdoba y la Argentina”:
- Por un lado, el tamaño y consolidación de la economía popular en el seno de la PEA cordobesa y argentina es “uno de los indicadores más categóricos de que el mercado de trabajo, tal como lo conocimos, cambió. Hay una significativa porción de trabajadores y trabajadoras que no es absorbida por el sistema de laboral asalariado, pero trabaja (y mucho). Lo que necesita de inmediato, entonces, son mejores condiciones para desarrollar el o los trabajos que tiene, y generar ingresos dignos”.
- Por otro lado, la realidad cotidiana de los trabajadores de la economía popular revela que las alternativas de empleo o trabajo asalariado a las que acceden estos sectores son muy malas: “Mirar la economía popular nos permite entender mejor que el ‘problema del empleo’ no es solo una cuestión de cantidad -cómo generar más oferta de puestos de trabajo-, sino en igual o medida de calidad: cómo generar reales -y no falsas- oportunidades de trabajo asalariado”.
Coordinación general del estudio:
Julieta Quirós (IDACOR CONICET UNC) y Karina Tomatis (UNC)
Elaboración del informe técnico:
Julieta Quirós (IDACOR CONICET UNC), Karina Tomatis (UNC), María Victoria Perissinotti (IDACOR CONICET UNC), Claudia Kenbel (ISTE CONICET UNRC) y Romina Cravero (IDACOR CONICET UNC)
Para descargar el informe completo: https://idacor.conicet.gov.ar/segundo-informe-2025/
Otros contenidos del estudio: https://www.youtube.com/watch?v=ONm690_p-uU
