En la madrugada del 1 de febrero de 2021, las Fuerzas Armadas de la República de la Unión de Myanmar (también llamada Birmania) perpetraron un golpe de Estado, tomando prisioneros a los dirigentes del gobierno de la Liga Nacional para la Democracia. Se declaró estado de sitio en todo el país por el plazo de un año y el general Min Aung Hlaing tomó el poder.
La inestabilidad política llegó luego de que, en las últimas elecciones, obtuviera un abrumador triunfo la Liga Nacional para la Democracia que respaldaba a Aung San Suu Kyi (Premio Nobel de la Paz) como Primera Ministra. Ese triunfo hizo que los militares, quienes veían a la referente democrática como una enemiga, entraran en tensión, en un país donde las fuerzas militares tienen bastante poder político, ya que estuvieron al frente del gobierno hasta el año 2011 a través de una feroz y sangrienta dictadura militar.
Lo cierto es que Myanmar es un país rico en recursos naturales, minerales y de hidrocarburos, como así también poseedor de grandes yacimientos de piedras preciosas que son utilizadas para la industria informática. El territorio birmano está compuesto por grandes extensiones de selvas tropicales y montañas, en las cuales los recursos naturales son objeto de tensión entre los propietarios de esos terrenos, los grandes empresarios, las empresas transnacionales y el poder político de turno.
Dentro del contexto social, es un país que tiene muchas diversidades étnicas hacia su interior. Por esa misma razón ha estado siempre en constante tensiones por conflictos de ese calibre, que han sido denunciados por las constantes violaciones de los derechos humanos de minorías étnicas por parte del gobierno central, como lo que sucedió en 2012 con la masacre de la población musulmana de la etnia Rohinyá.
Este país se independizó de Reino Unido en 1948, a través de un proceso de descolonización que se llevó adelante luego de la finalización de la Segunda Guerra Mundial, estableciendo una república con un sistema de gobierno parlamentario. Como consecuencia de que los resortes de poder colonial continuaran existiendo, aun luego de su independencia formal, el gobierno republicano durante los primeros años fue débil. En 1962, un golpe militar tomó el poder por casi 40 años, apoyado por hacendados locales con conexión con los ingleses que tenían grandes extensiones de terrenos en el país.
El régimen militar se extendió hasta 2011, año en que comenzó un proceso de transición democrático que fue tutelado por las mismas fuerzas armadas. Es decir, fue una transición hacia una democracia formal pero muy débil desde el punto de vista de un poder popular genuino, ya que los militares exigieron que al menos el 25% del nuevo parlamento que se eligiese fueran miembros de las mismas fuerzas armadas, todo ello con miras a garantizar la continuidad de su poder al frente del país.
A pesar de esos condicionamientos, el principal partido político, la Liga Nacional por la Democracia, obtuvo una importante victoria en 2015 y se aseguró una mayoría absoluta en las dos cámaras del parlamento birmano, convirtiéndose en las primeras elecciones democráticas en el país luego de casi cuarenta años. Así, la alianza partidaria pudo imponer un primer ministro que lleve adelante sus políticas de reformas sociales, económicas y políticas para dejar atrás tanto tiempo de dominación militar.
El primer mandato democrático debía finalizar en 2021. En noviembre de 2020 (en medio de las restricciones por la pandemia de COVID 19) la LND volvió a conseguir un aplastante triunfo sobre el partido de los militares, el Partido de la Unión, la Solidaridad y el Desarrollo.
Ese triunfo tan aplastante, y motivados por supuestas irregularidades en el acto eleccionario, hizo que los militares desconocieran el resultado de las urnas y llevaran adelante un nuevo golpe de Estado, que culminó con la toma del poder en febrero de 2021, cuando tanques militares ingresaron al palacio presidencial y se hicieron del gobierno, llevando un reacción casi unánime a nivel internacional de repudio a los hechos ocurridos en el país.
El golpe militar ha llevado al país a una gran crisis política interna, pero también en el plano internacional, ya que la Organización de Estados del Sudeste Asiático ha suspendido a Myanmar de la participación de ese foro regional debido a los acontecimientos políticos internos. Asimismo, la crisis económica derivada de los efectos de la pandemia y del aislamiento internacional del régimen militar también han hecho mella en el país, todo ello sumando a la crisis social que siguió al golpe militar con una escalada de violencia entre las milicias prodemocráticas y la junta militar, que agravó aún más la guerrilla que se vive en el territorio birmano desde hace décadas.
Luego del golpe, las manifestaciones masivas en contra del régimen militar se esparcieron por todo el país, surgiendo un movimiento social contra la dictadura y, a pesar de la represión feroz, la censura de medios de comunicación y la consideración de los miembros del gobierno depuesto como terroristas, la resistencia en las calles continuó sin cesar desde entonces, a pesar de las acciones de los militares de perseguir sistemáticamente a la disidencia tanto de jóvenes, líderes opositores y simples ciudadanos que solamente exigen la vuelta a una vida democrática plena.
La lucha contra el régimen militar se acentuó aún más al interior del país, especialmente en los territorios de las minorías nacionales, donde son lugares con mayor presencia de tropas de la resistencia contra la junta de gobierno de facto. En concreto las regiones de Kachin, Kayah, Kayin y Mon, en el norte del país, a los que se sumaron las poblaciones de las llanuras centrales, todos en resistencia a los atropellos de las fuerzas militares y en búsqueda de lograr mediante la lucha sus derechos democráticos.
Por otro lado, los líderes políticos en el exilio denuncian que la junta militar ha estado adquiriendo armamento y municiones en el mercado internacional de armas para aplacar las protestas civiles y destruir todo intento de resistencia al régimen, incluso en colegios, hospitales y edificios religiosos.
Los dirigentes políticos han solicitado a la comunidad internacional que se implemente efectivamente la resolución 2669 que se aprobó en 2022 por el Consejo de Seguridad de la ONU, por el cual exigía el fin de la violencia y la liberación de los prisioneros políticos, como así también una hoja de ruta del país hacia un restablecimiento democrático. Asimismo, el Jefe de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Volker Türk, ha denunciado la situación del país que se ha hundido “como nunca antes en una crisis y ha sufrido un retroceso generalizado en cuestión de Derechos Humanos”. Agregó que “A pesar de las obvias obligaciones legales que tiene el poder militar de proteger a los civiles mientras se desarrollan hostilidades, ha existido un desprecio constante por las normas del derecho internacional al respecto. En lugar de ser mantenidos al margen, los civiles han resultado ser los objetivos reales de los ataques, siendo víctimas de disparos de artillería y de ataques aéreos indiscriminados y dirigidos contra ellos y ellas, de ejecuciones extrajudiciales, del uso de tortura, así como de la quema de pueblos enteros”.
El Alto Comisionado de los Derechos Humanos de la ONU indicó otras medidas para lograr una salida a la crisis, como ser la puesta en libertad de todos los prisioneros políticos, incluyendo a la Consejera de Estado Aung San Suu Kyi y al Presidente U Win Myint; un diálogo inclusivo con todas las partes, en el que participen tanto la ASEAN como el Enviado Especial de las Naciones Unidas; así como permitir un acceso significativo al país a la Oficina de Derechos Humanos de las Naciones Unidas con el objeto de que supervisen la situación de manera independiente e imparcial.
En ese sentido, varios movimientos a favor de la democracia siguen presionando a la Junta Militar para iniciar un proceso de democratización de la vida birmana real y efectiva. Por ello, el gobierno depuesto, grupos étnicos, movimientos sociales, activistas políticos, organizaciones internacionales y diversos medios de comunicación demandan el fin de la dictadura militar y volver a instaurar un verdadero gobierno democrático, donde efectivamente el poder popular sea quien decida los destinos del país.