El pasado 11 de febrero el Papa Francisco canonizó a María Antonia de Paz y Figueroa, más conocida como Mama Antula, que así se convirtió en la primera santa argentina. El evento se realizó en la Basílica de San Pedro y contó con la participación del presidente Javier Milei, funcionarios nacionales y los músicos Leo Dan y Manuel Wirtz, quienes entonaron “Los Caminos de la Fe”, una canción que compusieron para Mama Antula y “Zamba de mi esperanza”.
Mama Antula nació en 1730 en Villa Silípica, provincia de Santiago del Estero, en el seno de una familia destacada. «La mujer más rebelde de su tiempo», desafió a su padre y le avisó que no se casaría ni sería monja. Así, se sobrepuso a los mandatos patriarcales que recaían sobre las mujeres de la época y se vinculó con los jesuitas con quienes comenzó a colaborar en la organización de los célebres ejercicios espirituales del fundador de esa orden religiosa: San Ignacio de Loyola. La escritora Cintia Suárez, señala que «eligió un camino distinto al estipulado para una mujer. Ella quería ayudar, servir a un sector de la sociedad desposeído y olvidado, pero no como monja».
Cuando los jesuitas fueron expulsados, Mama Antula inició un éxodo a pie de casi 5.000 kilómetros mientras predicaba, manteniendo vivo el legado jesuita a pesar de su prohibición, por el virreinato del Perú (en las actuales provincias de Santiago del Estero, Tucumán, Salta, Jujuy, Catamarca, La Rioja y Córdoba) y, cuando Buenos Aires pasó a ser el centro del virreinato del Río de la Plata se traslado hasta allí. Al llegar no fue bien recibida por sus atuendos sucios y por andar descalza. Fue objeto de burla y rechazada por el virrey y el obispo. Sin embargo, sus ejercicios espirituales se hicieron populares y le dieron prestigio.
María Antonia de Paz y Figueroa pasó de ser una figura vilipendiada a convertirse en una persona de consulta para la alta sociedad y la dirigencia colonial, e incluso tuvo influencia en algunos de los próceres que luego lograrían la independencia de Argentina. Curiosamente, Mama Antula también cumpliría otro rol importante en la vida espiritual de los argentinos, ya que fue quien introdujo al país el culto a San Cayetano, Patrono del pan y del trabajo, que hoy sigue siendo venerado por miles de fieles que todos los años peregrinan para rezarle.
Tras un enorme trabajo y esfuerzo llegó a construir uno de los edificios más antiguos de la ciudad: la Santa Casa de Ejercicios, lugar donde murió en 1799. En esa edificación, donde con el tiempo las beatas se convertirían en monjas de la Sociedad Hijas del Divino Salvador, fue el lugar en el que se produjo el primero de los dos milagros que se le atribuyen a Mama Antula. Ocurrió en 1905, cuando la religiosa Vanina Rosa logró curarse de una grave enfermedad tras rezarle a la fundadora de la Santa Casa para que la sane.
La confirmación de ese milagro llevó a su beatificación en 2016. Un segundo milagro -la recuperación de un hombre que estaba al borde de la muerte tras un accidente cerebrovascular, en 2017, en la provincia de Santa Fe, y que tuvo una recuperación inexplicable luego de que su esposa le rezara a Mama Antula- permitió que ahora sea declarada santa.
Es la segunda persona argentina que alcanzó el caracter de «santa», después de que en 2016 el Papa Francisco beatificara al Cura Brochero. Pero esta ocasión fue especial porque Mama Antula es una de las figuras más veneradas por los jesuitas, la orden religiosa a la que pertenece Jorge Bergoglio.