Mercedes Fernández, más conocida como Yunga, fue la primera mujer trans en firmar planilla para el club General Paz Juniors. Pese a tener carnet habilitante, DNI y una ley que la ampara, todavía no pudo jugar. Lo que debía transformarse en un precedente para el colectivo de mujeres transgénero, se convirtió en otro caso de discriminación.
Cuando la Liga Cordobesa de Fútbol tomó conocimiento de la situación, se comunicaron con el club y «sugirieron» que no la dejen jugar, hasta que la institución decida cómo reglamentar la participación de futbolistas trans. Si bien Yunga cuenta con todo el apoyo de su club, optaron por mantenerla al margen del torneo por miedo a sanciones o descuentos de puntos.
Desde ese momento, la Mesa de Fútbol Femenino convocó reuniones con delegados y capitanas de 30 clubes para hablar el tema. Muchos no estaban al tanto de que la Ley de Identidad de Género protege los derechos de Mercedes y que solo necesita su DNI para poder federarse en la liga. En esas reuniones, la directora del Programa de Fútbol Femenino de AFA, Stella Maris Juncos, aconsejó esperar a elaborar un reglamento para habilitarla a jugar el torneo.
Luego de eso, y con el acompañamiento de su club, Mercedes presentó una carta documento para conocer el avance del asesoramiento de AFA que esperaba la liga. No obtuvo respuesta alguna. En una carta abierta, Yunga expresó que considera “extremadamente discriminatorio que se me exija un dosaje de testosterona para un torneo amateur cuando las jugadoras o jugadores podrían estar tomando cualquier sustancia que modifique su rendimiento sin que nadie se entere. Además de lo violento que es asumir la identidad de una persona sólo por su apariencia física. Si solo piden DNI para ficharse, el mío como el de cualquier mujer, dice femenino”.
“Por un lado, creemos que hay un enorme desconocimiento respecto a la influencia de la testosterona en el rendimiento deportivo. Su efecto es, en todo caso, similar al que pudiera tener cualquier suplemento dietario legal. La llamada “ventaja deportiva” debería más bien ser vista como un “privilegio deportivo”, cuyo origen no está en la biología, sino en el hecho de haber podido jugar mucho fútbol durante mi infancia y mi adolescencia sin que se me discrimine por eso. ¿Acaso se les pedirá un límite de testosterona a todas aquellas mujeres que tuvieron la fortuna de haber jugado desde temprana edad? Las desigualdades no se solucionan privando el derecho de quienes pudimos jugar, sino generando estrategias que ayuden a que toda mujer que quiera jugar al fútbol pueda encontrar un lugar en el cual hacerlo sin ser discriminada”.
Lo cierto es que, a pesar de la implementación de las leyes de Identidad de Género y Micaela, autoridades, responsables y dirigentes de los clubes y asociaciones deportivas siguen desconociendo los derechos de Yunga, con discursos transodiantes, discriminadores y violentos. Sin dudas, además de la urgente aplicación de la Ley Micaela, es necesaria una profunda transformación en los ámbitos deportivos, para garantizar la inclusión de niñas, mujeres trans y disidencias.