Desde hace 40 años, alrededor del 15 de agosto, la comunidad boliviana en Córdoba celebra a la Virgen de Urkupiña en la Plaza y la iglesia Nuestra Señora del Trabajo de Villa El Libertador.
Con los años, esta festividad se convirtió en una de las ceremonias religiosas que congrega a la mayor cantidad de fieles en Córdoba. El tiempo fue haciendo de esta tradición un rito de hermandad entre los pueblos bolivianos y argentinos, y recibe cada vez más vecinos que se acercan a agradecer a la «clementísima mamita de Urkupiña» por los dones recibidos.
Con el lema «Con María Virgen de Urkupiña somos peregrinos de esperanza», la Parroquia Nuestra Señora del Trabajo y las agrupaciones folklóricas bolivianas en Córdoba (A.F.O.Bo.C) convocan a esta festividad que comenzará a las 10 de la mañana con la Misa Central. Al finalizar, se realizará la bendición de las imágenes de la Virgen y de los Pasantes y a las 11 partirá la procesión desde la parroquia, recorriendo las calles Gobernación y La Falda, regresando por Avenida de Mayo. Al llegar al templo, se bendecirán los arcos y cargamentos.
¿Cómo llega esta tradición cochabambina a la ciudad de Córdoba?
La devoción a la Urkupiña nace de una leyenda en la región de Cochabamba que cuenta la aparición de la Virgen María a una pastora. La niña, sorprendida, exclamó en quechua «Jaqaypiña urqupiña», que significa «ya está en el cerro», dando origen a su nombre.
En la década del 80, dos familias de aquella región boliviana, Vargas y Aguilar, se mudaron a Córdoba y trajeron imágenes de la Virgen para venerarlas en sus hogares. En agosto de 1985, los Vargas hicieron su homenaje en el barrio Las Flores, y los Aguilar, en Villa El Libertador. Al año siguiente, ambas familias unificaron las celebraciones con las dos imágenes, y el lugar escogido fue el popular barrio donde al día de hoy se lleva adelante esta fiesta popular y religiosa.
Nueve misas y cambio de manto
La celebración a la Virgen inicia con las nueve misas que se brindan en la Parroquia Nuestra Señora del Trabajo, siendo la de la víspera (este año el viernes 15) sumamente especial, ya que se lleva adelante el cambio de manto de cada una de las 30 figuras que se encuentran tanto en la iglesia como en la casa de algunos vecinos. Aquellas personas que protegen a la virgen en sus hogares se llaman «devotos». Cada año deben elegir un nuevo «pasante», que será quien lleve a su casa y le rinda culto.
Por lo tanto, cuando termina la misa de la víspera, las imágenes las ingresan a un cuarto especial de la iglesia, donde se les cambia el manto que tendrán durante todo el año. Este acto antecede a los primeros bailes, que se hacen sin las vestimentas típicas, pero en los que participan las agrupaciones que cada año se suman para ser parte del culto.
Luego del cambio de manto, se realiza el «convite», que es el último ensayo previo y principal de las bandas y las agrupaciones de baile, alrededor de la plaza, frente a la parroquia.
Sábado de procesión, danza y música por El Libertador
El sábado 16, las actividades comenzarán a las 10 de la mañana con una misa y posterior procesión por las calles del barrio, para luego continuar con bailes, comidas típicas, bendiciones y actividades folclóricas con las que tradicionalmente se honra a la Virgen.
Después del acto protocolar, comienza la bendición de los «arcos» y «cargamentos». Los arcos pueden llegar a alcanzar hasta dos metros de altura. Las imágenes pasan a través de estos arcos, que son elaborados especialmente por padrinos designados, y están decorados con guirnaldas, platería y otros objetos ornamentales. Hay un arco dispuesto para cada imagen, con el propósito de brindarle a la Virgen una entrada triunfal. Los «cargamentos» hacen referencia a los nuevos vehículos que algunas familias devotas han adquirido y presentado como ofrenda de agradecimiento a la Virgen. Estos vehículos son adornados con aguayos, platería y otras formas de decoración. El sacerdote los bendice individualmente. Una vez que todos los vehículos han pasado, comienzan a llegar los primeros grupos de danza.
Simultáneamente con la procesión y la bendición de cargamentos, los grupos de danza tradicionales bolivianos y bandas de música recorren las calles de Villa El Libertador hasta llegar frente a las imágenes de Urkupiña. Allí los fieles se arrodillan y los pasantes de ese año les tiran papel picado y agua bendita.