Que jugando como jugabas tu caída sería inminente. Que lo tuyo, además de transitorio, era fortuito. Dijeron también que te faltaba brillo y que, adentro de la cancha, adolecías de un plan. Lo vaticinaron sin dobleces: más temprano que tarde, ibas a derrumbarte.
Te señalaron todos los errores, los justos y los desmedidos, y cometieron un pecado capital: te condenaron sin conocerte. Se olvidaron de que nunca quisiste ser el más coqueto y de que siempre te importó tres carajos si, por el sudor de la entrega, marchabas desalineado. La amnesia les impidió mirar hacia atrás, y era ahí donde se podía adivinar la huella de este presente dorado.
Porque, sin chistar, te pusiste de pie cuando se te lesionaran casi en simultáneo dos titulares indiscutidos como Mariano Miño y Juan el Colo Barinaga. Porque, por el impacto, parece que fue ayer que te plantaste hasta tumbar a ese monstruo universal que siempre es River. Porque, más allá en el tiempo, aunque largaste de atrás llegaste a destino a bordo del Fitito de Carlos Ramacciotti –ese que nació al calor de la desafortunada frase de Sebastián Coria, el exdelantero de la «T» que dejó barrio Jardín con apenas un gol en 13 encuentros: “Comparar a Talleres con Belgrano, es lo mismo que comparar una Ferrari con un Fiat 600”, había dicho antes de un clásico que su equipo perdió por 2 a 0-: tras dar vuelta el marcador en los partidos de ida y vuelta contra Olimpo, definiste una vez más una promoción en condición de visitante. Porque, a principios del 2000, no pudieron con vos una quiebra, un fideicomiso y una deuda millonaria que ingenuamente amagó con extinguirte. Porque a comienzos de los 90 avisaste que no entendías qué era eso de la resignación y, a pesar de que te dirigieron tres DTs diferentes, ganaste un dodecagonal y aplastaste a Banfield para volver a Primera. Y porque, a finales de esa misma década, ratificaste en tiempo récord que eras dueño de un carácter excepcional: a solo 14 días de haber perdido la final más importante del fútbol cordobés en todos los tiempos, derrotaste a Aldosivi y otra vez tu barco amarró en la A.
Los desmemoriados que hasta recién te lanzaban fallidos presagios, ignoraron que por las callecitas de tu nación celeste no hay lugar para el olvido ni la desesperanza. Es que en Alberdi caben, en cambio, el sacrificio, la lucha, y la memoria, la verdad y la justicia. En ese barrio y en su estadio hay tiempo para gritar goles de Pablo Vegetti y para reclamar por Blas Correas, para decir “Nunca Más” con Sonia Torres y las abuelas, y para abrirles el Gigante y darles el lugar que les corresponde a la mujer y al glorioso equipo femenino pirata que está al borde de lograr el mismo destino que el masculino: el ascenso a la máxima categoría de AFA.
Y no, no te sorprendió que queden para la posteridad como las primeras cordobesas en participar en la Asociación del Fútbol Argentino y en ascender de la C a la A en apenas un año. Porque vos, que ahora desbordás alegría, sos pura raíz y sabés que de tu silencioso pasado brotan otros 58 títulos, incluido el Regional del 86 que te clasificó a la liguilla pre-Libertadores (y que originalmente iba a otorgar la clasificación directa a la Copa) y te consagró como el primer club de la provincia en ganar un torneo de AFA.
Hoy, que con orgullo levantás la copa, elegís pisar tierra firme para no marearte y no repetir los yerros de aquellos que a tu consagración le pusieron una lupa miope. Por eso brindás por este plantel que, aunque muchos vieron con recelo, durante 37 fechas los habrá visto a todos desde arriba; pero, sobre todo, brindás por los que ayer hicieron que de una u otra manera seas el Belgrano campeón que sos por mérito propio.
Salud, Pirata; salud, pueblo La Toma y su comunidad comechingona que le dio origen a tu República de Alberdi; salud, movimientos obreros y estudiantiles que pasaron por el Clínicas, la Maternidad, la Piojera y el pasaje Aguaducho; salud, pioneros don Arturo Orgaz y familia Lascano; salud, inmortales Chacha Villagra, Milonguita Heredia, Tito Cuellar, Cuchi Cos, Chiche Sosa, Guille Farré, Juanca Olave, Ruso Zielinski y tantos pero tantos más; salud, Luifa, salud.