Según el estudio, el vertiginoso crecimiento de la extrema derecha en nuestro país tiene lugar en distintos sectores de la sociedad que no solo no se sienten representados por las dos coaliciones mayoritarias, JxC y UxP, sino que expresan un sentido rechazo por ambas, con un marcado rechazo a la clase política, a las figuras de los centrales partidos y sobre todo a la idea de que la política tradicional «no sirve para nada».
Las dos encuestas que analizaron los investigadores fueron respondidas por 3296 y 7130 personas, respectivamente, de siete regiones de nuestro país. Los resultados también dan cuenta de un rechazo al cobro de impuestos y al aporte de las grandes fortunas, una valoración negativa sobre los vendedores ambulantes y cuidacoches y una sensación de «exceso» sobre los reclamos del feminismo. Las conclusiones indican que las personas que apoyan al candidato liberal lo hacen por diferentes razones: “por disconformidad con el resto de los partidos”, porque están “hartas de la política y el Estado”, “para acabar con la casta política”, o porque “acuerdan con las ideas que defiende esa fuerza”.
“En general, muestran un importante rechazo hacia la política, pero no tienen posiciones antidemocráticas. Es decir, no hay una relación significativa entre ser simpatizante de Milei y apoyar o no a la democracia, es similar al resto de la sociedad: si apoyás a Milei no tenés una actitud particular sobre la democracia”, explica Valeria Brusco, politóloga, docente de la UNC e integrante de la Red Federal de Investigadores Electorales del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC) y la Red de Politólogas. Pero aunque no sean esencialmente posiciones antidemocráticas, estas nuevas identidades políticas se asocian con espacios extremistas con LLA, que cuestionan aspectos logrados por el consenso democrático.
Según los resultados de las encuestas, estas personas mantienen una actitud negativa hacia la política, representada por la frase «son todos iguales» y muestran poco interés e involucramiento, considerándola una herramienta «inútil».
“Ser simpatizante de Milei está asociado con pensar que actualmente la política es inútil y no sirve para nada, y además con tener rabia e intolerancia hacia quienes dirigen los principales partidos políticos. En ese sentido, podemos decir que una gran mayoría de libertarios y libertarias son anti dirigentes de partidos mayoritarios, y muestran desencanto y desilusión hacia la actividad política en general”, asegura la politóloga. De los resultados de la encuesta se desprende que entre quienes rechazan al mismo tiempo a Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri, el 63% son libertarios.
Más allá de estos resultados, Brusco destaca que los y las votantes libertarias tienen posiciones que no coinciden completamente con aspectos centrales del discurso y programa político de Milei.
“En los datos obtenidos vemos que el programa de La Libertad Avanza no es compartido del todo por sus simpatizantes. Esa falta de coincidencia muestra que no se trata de una identidad política consolidada, sino más bien de un proceso de identificación política en construcción, no cerrada”, apunta la politóloga. En ese sentido precisa que en esa fuerza conviven elementos contradictorios, por ejemplo, democráticos y antidemocráticos, al mismo tiempo.
Y advierte que, aun cuando se trate de identidades políticas precarias y en construcción, puede ser peligroso minimizarlas. “Es un error actuar como si quienes votan a Milei no tuvieran sustento y fueran una ilusión pasajera. Y es un modo de contribuir a la expansión y consolidación de una derecha radical en el país anclada en los y las ciudadanas”, asegura.