Con más de 13 millones de electores, Buenos Aires concentra el 37% del padrón nacional. La normativa exige imprimir una boleta por votante, más un 5% adicional. Esto significa más de 14 millones de boletas que podrían tener que rehacerse por completo. Cada una cuesta alrededor de $1.058, lo que llevaría el gasto total de reimpresión a unos 15 mil millones de pesos, cerca de 11 millones de dólares.
La decisión depende ahora del juez electoral con competencia en la provincia, Alejo Ramos Padilla, y podría escalar hasta la Cámara Nacional Electoral. Mientras tanto, el Ministerio del Interior, que financia el proceso, debería absorber ese costo si se autoriza la reimpresión completa. No se contempla que el gasto recaiga sobre el partido político.
El operativo implicaría no solo volver a imprimir, sino también rediseñar, distribuir y reasegurar la logística de traslado de millones de boletas. Todo en un contexto de tiempo acotado y con gran parte del material ya impreso y embalado, lo que añade presión a la organización electoral.
En Córdoba, el proceso avanza sin cambios. La provincia cuenta con más de 3,1 millones de electores y ya tiene el 35% de las boletas impresas. El costo total ronda los 3.467 millones de pesos. Cabe destacar que, aquí la boleta mantiene los 18 partidos y alianzas inscriptos.
El caso bonaerense vuelve a poner en discusión la eficiencia del sistema electoral argentino. Mientras en Córdoba el proceso sigue su curso, la renuncia de Espert expone el peso económico y político de una decisión que, más allá de los nombres, podría costarle millones a todo el pueblo argentino.