Eran tiempos duros para Belgrano. Pasado el Nacional del ´81, el club se vio obligado a jugar en el torneo local. La dirigencia no tenía la plata para mantener un plantel que se desarmó por completo. Los números no cerraban y el fantasma del remate de la cancha encendía todas las alarmas en Alberdi.
Fue en ese contexto que Raúl “El Pucho” Arraigada toma las riendas del cuerpo técnico y se puso como objetivo rearmar un plantel con jugadores del ámbito local. En una de esas pruebas apareció un pibe de unos 19 años, muy flaco, con las medias bajas, sin canilleras, una camiseta amarilla un poco desgastada. Venía de jugar torneos barriales, sin ningún tipo de registro de haber pasado por las divisiones inferiores de algún club. En Villa El Libertador lo llamaban “La chancha”, pero con el paso de los años se transformó en “la chacha”. Se trataba de Julio César Villagra.
No necesitó muchos minutos para que Arraigada se diera cuenta de que tenía ante él, un diamante en bruto. Este win, con su estilo de juego desfachatado y encarador se ganó rápidamente el apodo de “arañita” por el parecido físico y de estilo con Luis “La araña” Amuchastegui quien era el jugador del momento por aquellos años. Con el paso de los años, volvió a su antiguo apodo barrial con el cual se sentía más cómodo.
Sus primeros años en Belgrano
Según los registros de la época, el 8 de julio del ´82 Belgrano debutaba en el torneo Soberanía Nacional, como lo habían llamado desde la Asociación Cordobesa de Fútbol, y Villagra juega su primer partido en el club anotando el agónico 1-1 frente a Alianza San Martín.
Su nivel mostrado a lo largo del torneo hace que varios clubes de primera quieran contratarlo. Racing de Nueva Italia, que estaba jugando el Nacional intenta convencerlo pero no tiene éxito. Villagra prefiere seguir desbordando con la camiseta celeste. Desde 1982 a 1991 logra múltiples asensos, jugando Liga cordobesa, provincial, regional, Nacional B y Primera División.
Sin embargo, no todas eran buenas para el pibito de piernas flacas oriundo de Villa El Libertador. Su físico y su estilo de juego le pasa factura reiteradas veces a lo largo de su carrera. Producto de los golpes, transita varias lesiones que lo alejan de la cancha. Una de esas lesiones fue la que le privo de jugar junto a Maradona aquel 10 de julio de 1986. El Diego venía de levantar la copa del mundo con la selección y viaja a Córdoba para usar la celeste en un partido amistoso contra Vélez Sarsfield. En la foto del momento se puede ver a un Villagra vestido de civil, con un botinero bajo el brazo, en medio de un vestuario convulsionado. Sus compañeros están ansiosos por tirar pareces con el Diego. Una fotografía inmortaliza el momento: Diego cambiandose y Villagra con la sonrisa de un niño que pudo abrazar a su ídolo.
Las finales contra Banfield
La final del ´87 fue otro momento bisagra para “la Chacha”. Un Belgrano de gran nivel no pudo vencer a Banfield en la final del primer Nacional B y ese equipo se desarmó. A partir de allí, algunos comenzaron a señalar a Villagra como el responsable, se hablaba de su vida privada y de su amor por la noche cordobesa. “Los jugadores salían, como lo hacía cualquiera en aquel entonces, pero jamás se podría decir que Villagra era un borracho, no era famoso por andar de joda. Iban a los bailes, pero tenían una conducta” cuenta Juan Del Campillo, uno de los ideólogos de “Villagra. El Libertador”, la película que repasa la vida del jugador pirata y se la puede ver en Youtube
Luego de perder esa final, Belgrano pasó algunos años en la segunda división sin mucho brillo. La historia quiso que Banfield volviera a ser el rival en la recordada final del ´91. “Se lesiona en la semifinal contra San Martín de Tucumán y no puede jugar los dos partidos de la final contra Banfield. El presidente de aquel entonces lo tildaba de mufa. Es el mismo ex presidente que después queda con culpa por echarlo del club” nos cuenta Del Campillo, mientras repasamos los momentos de Villagra en su carrera futbolística. Los celestes se toman revancha y logran el tan buscado ascenso a primera. A Villagra le toca ver el partido desde las tribunas del viejo Chateau Carreras. Finalizado los 90 minutos, sus compañeros lo buscan para llevarlo en andas y dar la vuelta olímpica todos juntos.
Ya con el ascenso consumado, Villagra tiene la posibilidad de jugar en primera división pero solo logra jugar 45 minutos contra River. Acto seguido, la dirigencia le da el pase libre y comienzan años difíciles para el ídolo pirata. Ese pibe humilde, sencillo, que apenas había realizado el 3er grado del primario de golpe se encontró afuera del club que tanto amaba.
Con el pase en su poder se paseó por varios clubes pero jamás volvió al nivel con el cual es recordado hasta el día de hoy por Alberdi. Luego de una década en Belgrano, se fue a jugar al Club Municipal de Perú, después pasó a Racing de Nueva Italia y sus últimos cotejos los disputó en Centro Juventud Agraria de Corralito que tenía a Tomas “Tito” Cuellar como director técnico.
El final
El 13 de septiembre de 1993, luego de haber jugado un partido en Corralito, un Villagra hundido en la depresión se quita la vida. Compañeros, amigos y familiares sostienen que nada hacía pensar en ese trágico final aunque todos reconocen que nunca fue el mismo desde que la dirigencia celeste lo había dejado libre. “El vivía por y para Belgrano” es lo que te cuentan todos los que lo conocieron. Luego de dos días internado en el Hospital de Urgencias el Dr. Lamorata, jefe de guardia, confirma lo que nadie quería oír.
Villagra es velado en el Club Las Estrellas de Villa El Libertador y luego pasa unas horas en el Gigante. Es la barra de Los Piratas la que se hace cargo de los gastos. “Fue un comerciante del barrio el que me prestó la plata para el velorio. Yo le había ofrecido mi auto como garantía y no me aceptó los papeles. Le devolví peso por peso. Jamás me sobró un mango, pero fueron Los Piratas los que pagamos el velorio” supo contar Roberto «El loco Tito» Ponce, el histórico referente de la barra de Los Piratas. Durante el velorio, en un acto con el cual trata de lavar sus culpas, Ledesma (Presidente de Belgrano) declara que el estadio se pasará a llamar “Estadio Julio César Villagra”. Con el pasar de los años se supo que jamás se oficializo la designación del nombre en alguna acta del club.
Es a partir de un trabajo de recuperación de la memoria y de la historia que realizan desde la comisión de cultura del club que se hace justicia poniendo un cartel sobre el portón del estadio que está en la esquina de Rioja y Orgaz: “Estadio Julio César Villagra”. El cartel, el trabajo de la comisión de cultura y el rol de la prensa que comienza a utilizar el nombre “oficial” para referirse al escenario enclavado en pleno corazón de barrio Alberdi son algunas de las claves para que a la fecha el propio hincha y socio de la institución se haya apropiado esa designación que nació desde la culpa y la vergüenza pero que hoy se la lleva con orgullo.
La historia no termina acá, porque incluso luego de su muerte Villagra siguió ayudando al que lo necesitaba. Pasa que la Chacha había dejado indicaciones de que quería donar sus órganos. Algo muy poco común para la época. “Nosotros sabemos muy bien la vida que llevaba Julio. Sabemos que mucha gente lo necesita” supo decir Hugo Villagra, su hermano, en una nota televisiva de la época. “Fue algo muy chocante para los que estábamos afuera esperando el desenlace. Entraron unos tipos con una valija. Fue difícil de entenderlo. Hoy se divulga más y hay más información pero en esa época era difícil” cuanto años después José Luis Villarreal, ex compañero de Villagra.
Con la donación de sus órganos, se pudo ayudar a seis personas. En medio de ese momento de profundo dolor, el gesto de seguir ayudando al que lo necesita es una síntesis de lo que fue la Chacha: un pibe tan tímido y sencillo como generoso e inolvidable.
Su ficha
Julio César Villagra nació en Córdoba el 25 de octubre de 1962. Murió en Córdoba el 15 de septiembre de 1993. Puesto: Volante ofensivo.
Trayectoria: Belgrano (1982-91, 316 partidos, 40 goles; allí fue campeón en el 83, 84, 85 y el Regional 86), Estudiantes de Río Cuarto (1984, 4 partidos), Racing de Nueva Italia (1992, 12 partidos, 1 gol) y Deportivo Municipal de Perú (1993).