“No hay que ensuciarlo para vaciarlo”, escribió Llaryora, en respuesta a versiones que indican que el Gobierno nacional planea desarticular al Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria. El mensaje incluye críticas al centralismo y a las políticas que afectan al campo desde la distancia. “Desde el Obelisco, y sin diálogo, es imposible comprender la realidad de nuestra gente de campo”, advierte el mandatario.
El respaldo al INTA no tardó en expandirse dentro de la estructura provincial. Funcionarios como Sergio Busso, Victoria Flores, Carlos Gutiérrez, Laura Jure y Gustavo Brandán compartieron el mensaje original. También lo hicieron legisladores e intendentes del interior, reforzando la idea de un bloque político alineado en defensa del organismo.
Para Llaryora, el INTA debe ser modernizado, no desmontado. Propone fortalecer sus vínculos con el sector privado, impulsar alianzas estratégicas y preservar su gobernanza. Desde su perspectiva, desfinanciar o cerrar el instituto implicaría un retroceso en innovación, empleo y desarrollo productivo. “¿También quieren destruir nuestro talento?”, cuestiona el gobernador.

La narrativa provincial pone el foco en el impacto territorial del INTA. Más allá del campo, el instituto tiene presencia en la vida cotidiana: en la producción de alimentos, en la investigación científica y en la promoción de prácticas sustentables. Dejarlo sin recursos significaría también debilitar la capacidad del país para enfrentar desafíos ambientales y tecnológicos.