El pasado viernes el ministro de Defensa Jorge Taiana, en acuerdo con el jefe de Estado Mayor del Ejército, Guillermo Pereda, dispuso la prohibición de estos eventos que implican un “bautismo en las fuerzas”. La medida fue tomada a raíz de los dos episodios sucedidos en el último mes: la muerte del cordobés Matías Chirino, y las graves heridas sufridas por el cabo Michael Verón.
Esta nueva disposición implica la imposibilidad de realizar “festejos, ‘ritos y ceremonias de iniciación’, reuniones sociales o cualquier tipo de actividad; así como también el ingreso, provisión y consumo de bebidas alcohólicas dentro de unidades y establecimientos militares con motivo del comienzo o la finalización de actividades de formación o entrenamiento, la adquisición de aptitudes o especialidades, que sean de carácter informal o ajenos al ceremonial reglamentario de aplicación en las Fuerzas Armadas», según se informó en el comunicado oficial del ministerio.
Además, se destaca en la resolución que “resulta necesario trabajar en la prevención de las violencias interpersonales, a través de la educación en los institutos de formación y perfeccionamiento de oficiales y suboficiales”.
El hecho de mayor resonancia que llevó a tomar esta decisión fue la muerte del subteniente Matías Chirino (22), fallecido el 19 de junio luego de una de estas fiestas de “bienvenida” en la guarnición militar de Paso de los Libres. Allí fue instigado a ingerir bebidas alcohólicas y realizar “pruebas” como sumergirse en un estanque de agua sucia en pleno invierno. La autopsia realizada al cuerpo del joven de 22 años, oriundo de la ciudad de Río Cuarto, determinó que el deceso se produjo por broncoaspiración. Representantes de la querella que investiga la muerte del joven buscan que los responsables sean imputados por homicidio, según explicó recientemente uno de los abogados de la familia de la víctima.
El 8 de julio vuelve a tomar visibilidad un caso similar: el cabo del Ejército Michael Nathanael Verón (26) sufrió graves heridas tras un ritual de inicio de su carrera como suboficial. Según lo que se pudo reconstruir del caso, el joven habría sido obligado a arrojarse a una pileta con pocos centímetros de agua, hecho que le ocasionó la fractura de ambas vértebras y el aprisionamiento de la médula
Estos hechos tomaron relevancia pública por sus trágicos finales, pero da cuenta de una práctica habitual en las fuerzas armadas que necesariamente las autoridades deben intervenir para evitar más víctimas.