El femicidio de Micaela García, militante del Movimiento Evita y de #NiUnaMenos, expuso la carencia en perspectiva de género que existía en todos los organismos estatales del país. Las movilizaciones sociales se unieron al pedido de justicia de sus papás, Andrea Lescano y Néstor «Yuyo» García, exigiendo un cambio institucional.
El resultado fue la sanción de la Ley Micaela en diciembre de 2018, que establece capacitación obligatoria de género para todas las personas que integran los tres poderes del Estado. El 22 de mayo de 2019, Córdoba aprobó la adhesión provincial a la ley nacional.
En el marco del tercer aniversario de la implementación de la Ley Micaela en nuestra provincia, conversamos con Nestor García, quien destacó que «Córdoba adhirió a la Ley Micaela en el primer lote de provincias que decidieron acompañar a la ley nacional».
Durante 2019 y 2020 todas las provincias del país adhirieron a la ley. Para Yuyo «es un hecho histórico, no hay ley que tenga la adhesión de la totalidad de las provincias. La primera en toda la historia de nuestro país es la Ley Micaela».
«El femicidio de Micaela dejó muy en evidencia que se podía haber evitado con personas, funcionarios, funcionarias, trabajadores y trabajadoras del Estado que hubiesen tomado decisiones con perspectiva de género. Por eso impulsamos la ley», dijo el papá de Micaela.
Junto con Andrea, además, crearon la Fundación Micaela. Lograron convertir el dolor en acciones positivas para la sociedad. «Creemos que la militancia de Micaela, el compromiso que tenía con transformar todo aquello que estuviera mal, de ir eliminando desigualdades, era algo que había que continuar. Y de alguna forma nosotros tratamos de, humildemente, de cumplir los grandes sueños que tenía Micaela para nuestra sociedad», expresó Yuyo.
«Hay un costo emocional que nos cansa. Hablar de estas cosas también nos hace ver que Micaela nos falta, que no la tenemos, que la extrañamos. Pero también nos hace ver que, a través de una ley que lleva su nombre, ella sigue transformando. Y eso, si bien nos remueve un poco el dolor y nos recuerda que no está, también nos llena de mucho orgullo».