Este lunes, el Tribunal Oral Federal N°2 de San Martín, encabezado por los jueces Walter Venditti, Esteban Rodríguez Eggers y Matías Mancini, dictó hoy la primera sentencia por los “vuelos de la muerte”, acreditando lo que hace décadas los organismos de derechos humanos vienen denunciando: que en Campo de Mayo, durante la última dictadura militar, se usaron los aviones del Ejército Argentino para asesinar a los secuestrados arrojándolos al mar o al río.
El histórico juicio finalizó con la condena a prisión perpetua para Luis del Valle Arce, Delsis Ángel Malacalza y Eduardo Lance, integrantes del Batallón de Aviación 601; y para Santiago Omar Riveros, excomandante de Institutos Militares, quienes entre 1976 y 1977 fueron responsables de los “vuelos de la muerte”. Además, el TOF N°2 dictaminó que los represores (salvo Riveros, que debe someterse a estudios médicos para determinar su estado de salud) cumplan su condena en una cárcel común.
Los militares acusados fueron condenados por el secuestro, tortura y homicidio de tres estudiantes secundarios: Adrián Rosace, Adrián Accrescimbeni y Roberto Arancibia; y de Rosa “Tota” Novillo Corvalán. Según se pudo constatar, después de su secuestro fueron mantenidos cautivos en Campo de Mayo. Sus cuerpos fueron encontrados, meses más tarde, en las costas de Magdalena, Punta Indio y Las Toninas.
La trayectoria de Rosa fue, como la de otros tantos desaparecidos, una historia de militancia y lucha social. Desde joven integraba el PRT-ERP, y fue una de las presas políticas que se fugaron de la cárcel del Buen Pastor en 1975. Luego pasó a la clandestinidad y se radicó en Campana, Provincia de Buenos Aires, con su compañero Guillermo “el Negro” Pucheta, también militante del PRT y dirigente obrero en Perkins.
Rosa fue desaparecida entre marzo y abril de 1976. Tenía 25 años y estaba embarazada de algunas semanas al momento de su secuestro. Su cuerpo fue encontrado en las costas del Río de La Plata meses después por la Policía Federal, quien la enterró como NN en el cementerio de Magdalena. En 1998, y gracias al trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense, se pudo acceder al análisis de los restos y se constató su identidad. Según manifiestan Abuelas de Plaza de Mayo, el/la hijo/a de “la Tota” y “el Negro” habría nacido en cautiverio y, en ese caso, continúa desaparecido/a.
El fallo que este lunes condenó a los responsables de su asesinato marca un hito, ya que, por primera vez, la justicia argentina reconoció que en la última dictadura militar se usaron aviones para arrojar a personas que estaban secuestradas, ya sea al Mar Argentino o al Río de la Plata, demostrando así la existencia de los “vuelos de la muerte” en Campo de Mayo como mecanismo de exterminio instrumentado por el Ejército durante la dictadura de Videla.
Imagen de portada: Secretaría de Derechos Humanos