Generación golpeada: la juventud encabeza los niveles de desocupación más altos en cuatro años. El 19,2% de las mujeres y el 15,1% de los varones jóvenes están desempleados, duplicando la tasa general. La precarización laboral avanza y se profundiza en un contexto de ajuste y caída del empleo registrado.
Según datos del INDEC, casi 6 de cada 10 jóvenes trabajan en la informalidad. La desocupación juvenil no solo crece, sino que se vuelve estructural: la mayoría de quienes buscan empleo llevan más de seis meses sin conseguirlo. A su vez, dos de cada tres jóvenes viven en hogares que no alcanzan a cubrir la canasta básica.
En paralelo, los ingresos son notablemente más bajos: las y los jóvenes ganan, en promedio, un 30% menos que el resto de la población. Las mujeres, además, cargan con el doble de tareas domésticas no remuneradas. Esto profundiza la feminización de la pobreza y las desigualdades de acceso al trabajo digno.
La reforma laboral y el avance del monotributo como forma de contratación ocultan vínculos laborales bajo la apariencia de autonomía. El modelo «changa» se consolida: trabajo informal, sin derechos, sin estabilidad ni aportes jubilatorios. La pobreza juvenil ya supera los niveles de la pandemia: el 62% de las y los jóvenes viven en hogares pobres, y la indigencia ronda el 20%. El ajuste económico tiene rostro joven.
Esto se da en un país que, en lo que va del año 350 mil personas perdieron su empleo en Argentina, llevando la cantidad de desocupados a 1,7 millones. El Gran Córdoba alcanzó una desocupación general del 9,2% en el primer trimestre de 2025, superando el promedio nacional del 7,9%, según datos del Indec. El 10% de las personas ocupadas afirma que su salario no alcanza para cubrir necesidades básicas, por lo que están buscando otra fuente de ingreso.