Los estudios de las Naciones Unidas señalan que cada año son arrojadas al mar entre ocho y once millones de toneladas de plástico, lo que equivale a más de 200 kilogramos por segundo. El 70% del desecho se va al fondo marino y el 30% queda flotando a la deriva en la superficie. Una vez que los polímeros ya están en el mar, sus desechos se empiezan a descomponer generando pequeñas partículas llamadas microplásticos, que son diminutas piezas que contaminan el medioambiente. La baja biodegradabilidad hace que permanezca en el tiempo y que los animales lo perciban como alimento.
Los microplásticos están en muchas de las cosas con las que interactuamos día a día: los alimentos que ingerimos, el agua que bebemos o incluso las cremas con las que hidratamos nuestra piel.
La industria del plástico, algunos números globales
En el planeta se producen casi 400 millones de toneladas anuales de plástico, según datos de Greenpeace “Asia es la región con mayor producción del mundo, siendo responsable de la mitad de la producción mundial”. Le siguen, por su parte, América del Norte y Europa con un 18% y 17%, respectivamente. El mercado mundial está dominado por cuatro tipos de variedades: el polietileno, encontrado en bolsas, láminas o cosméticos; el poliéster con el que se fabrican botellas, envases y hasta prendas de ropa; el polipropileno que suele utilizarse para muebles, electrodomésticos y autopartes; y el cloruro de polivinilo usado en tuberías y otros accesorios.
¿Cuál es el impacto real del plástico en los océanos?
El Foro Económico Mundial (WeForum) plantea que en el año 2050 habrá más plástico que peces en el mar y que el 99% de los animales marinos habrán ingerido este material. En efecto, las primeras investigaciones en mostrar la presencia de plástico en los océanos fueron realizadas en la década del 60.
En este marco, cabe resaltar que casi el 50% de los polímeros que se encuentran en el mar son de un solo uso, como por ejemplo sorbetes, botellas o bolsas. La mala gestión de los desperdicios, sumado a la cotidianeidad con la que usamos plásticos, hace que la contaminación de los grandes espejos acuáticos se acelere en tiempos nunca antes vistos. Los mayores perjudicados son los peces y aves costeras, pero también alcanza a mamíferos y tortugas marinas.
Un caso particular sucede con la botella plástica. Los fabricantes de bebidas son uno de los líderes en el uso del poliéster, ya que fabrican 500 mil millones de envases por año. Para National Geographic la diferencia entre este producto con otros, “es la gran velocidad con la que la botella de bebida, ahora omnipresente en todo el mundo, ha pasado de ser una comodidad a una maldición. La transición ocurrió en una sola generación”.
Las islas de plástico, una historia poco conocida
Las islas de plástico se forman cuando los residuos entran en el interior de los giros oceánicos y se comienzan a acumular. La principal y más conocida está al norte del Océano Pacífico, entre las costas de Estados Unidos y Japón. El Octavo Continente (nombre que se le da a esta particular formación) fue descubierta por Charles Moore en 1997, un oceanógrafo que viajaba por el Pacífico norte.
Esta formación tiene unos 22 mil kilómetros de circunferencia y una profundidad de treinta metros bajo el mar. Una isla basada en botellas, bolsas, jeringas, neumáticos, juguetes, tapones y así hasta un infinito de plástico y residuos.
A su vez, hay otras cuatro formaciones que se encuentran en los vórtices del Atlántico Norte, en el océano Índico, en el Pacífico sur y la más reciente descubierta en 2017, en el océano Atlántico Sur.
La dificultad de las soluciones de hoy
Las políticas globales para frenar el caos que está generando el plástico en el medio ambiente se muestran insuficientes ante la demanda, la producción y el crecimiento poblacional. La crisis del Covid-19 logró en el 2020 disminuir el consumo de polímeros. Pero a medida que se recuperó la actividad económica, el consumo de plástico también.
El mundo produce más del doble de plástico que hace dos décadas y se estima que menos del 9% se logra reciclar con éxito, otro 19% se incinera, el 50% acaba en vertederos y el 22% restante, evade los sistemas de gestión de residuos y va a vertederos no controlados.
En un mundo por demás acelerado, es necesario tomar conciencia y medidas de alto impacto. Ningún cambio sustancial sucede si no es de la mano de la toma de decisiones gubernamentales en materia ambiental. La política es la herramienta de transformación social por excelencia y debería ser la encargada de construir un horizonte más prometedor para las generaciones venideras.