La Córdoba de finales de los 60 y principios de los 70 estuvo marcada por heroicas luchas populares. De hecho, la ciudad ya había sido sacudida por el histórico “Cordobazo” en 1969, y se encontraba en un estado de agitación social permanente.
Con la intención de enfrentar a un creciente movimiento obrero y estudiantil cada vez más combativo, el interventor de facto de la provincia, José Camilo Uriburu, aumentó la tensión al pronunciar un discurso incendiario en la Fiesta Nacional del Trigo. Uriburu acusó a Córdoba de ser el epicentro de un importante plan subversivo y se refirió a la «venenosa serpiente» que había que «cortar de un solo tajo».
Lejos de amedrentar al movimiento obrero, estas palabras provocaron la convocatoria a un paro por parte de la Confederación General del Trabajo (CGT) para el 12 de marzo de 1971. Los trabajadores tomaron las principales fábricas de la ciudad en repudio a las palabras del interventor local.
Por su parte, el movimiento estudiantil se unió a la protesta, y poco a poco, la huelga se convirtió en una manifestación masiva que ocupó las calles de la ciudad y fue reprimida violentamente por las fuerzas de seguridad. En el curso de los enfrentamientos, fue asesinado Adolfo Ángel Cepeda, un obrero de 18 años de la firma Póster Cemento.
El 15 de marzo, la tensión llegó a su punto máximo con lo que se conoció como el «Viborazo». Hacia el mediodía, una decena de miles de personas se congregaron en la Plaza Vélez Sarsfield, destacándose las columnas de Fiat, IKA-Renault, SEP, IME, Luz y Fuerza y Ferroviarios. Los manifestantes tomaron el centro de la ciudad donde se produjeron enfrentamientos con las fuerzas de seguridad.
La histórica pueblada de 1971 profundizó el descontento popular hacia la Revolución Argentina y asestó un golpe letal al gobierno de facto. Al día siguiente del levantamiento, el dictador Levingston le pidió la renuncia a Uriburu, quien fue reemplazado por el Contraalmirante Helvio Guozden. A los pocos días, el propio Levingston fue destituido y reemplazado por Alejandro Agustín Lanusse, quien inició un proceso de apertura política y convocó a elecciones nacionales en 1973.
Junto con el “Cordobazo”, el «Viborazo» representa, aún hoy, un símbolo de la resistencia popular contra el autoritarismo del régimen militar y su represión.