Un reciente estudio realizado por investigadoras del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (Imbiv, Conicet-UNC) y del Instituto de Ecorregiones Andinas (Inecoa, Conicet-UNJu) expone cómo la conversión de ecosistemas naturales en tierras agrícolas y de pastoreo está reduciendo dramáticamente la biodiversidad subterránea.
En este estudio, que analizó datos de 260 investigaciones en 53 países de cinco continentes, se revela que la pérdida de la fauna del suelo es significativa en regiones tropicales y subtropicales. Las consecuencias de la transformación de suelos nativos hacia usos productivos no solo afectan a la superficie visible de los paisajes, sino también a la vida microscópica que habita en el subsuelo. La riqueza y abundancia de especies se ven severamente disminuidas en los sistemas agrícolas intensivos, lo que impacta directamente en la fertilidad y salud del suelo.
Las autoras del estudio, María Fernanda Chiappero, María Rosa Rossetti, María Laura Moreno y Natalia Pérez Harguindeguy, destacaron que la biodiversidad del suelo es esencial para la producción de alimentos y la salud de los ecosistemas. Una de las investigadores, en diálogo con UNCiencia, destacó que “el suelo alberga más vida de la que podemos ver; son los arquitectos ocultos de su fertilidad”, señaló Rossetti. Sin embargo, su rol fundamental a menudo pasa desapercibido, ya que son menos estudiados en comparación con plantas y mamíferos, debido al escaso conocimiento sobre su identidad taxonómica.
El estudio es un metaanálisis, que compila resultados de múltiples investigaciones sobre el impacto del uso del suelo en la biodiversidad subterránea. Según Pérez Harguindeguy, la conversión de suelos naturales a sistemas productivos intensivos reduce notablemente la cantidad de organismos y especies en el suelo. “Es más probable encontrar menos bichos del suelo y menos especies en un sistema productivo intensivo comparado con uno natural”, enfatiza la investigadora en comunicación con UNCiencia.
Frente a esta situación, las investigadoras proponen un cambio de paradigma en la forma en que se maneja el suelo. Entre las soluciones planteadas están la agricultura de conservación, la agroforestería y el uso de cultivos de cobertura. Estas prácticas permiten reducir la degradación del suelo y mantener su biodiversidad, sin comprometer la producción agrícola. Sin embargo, su implementación requiere un compromiso tanto de los productores como de los responsables de políticas públicas.
La salud del suelo es crucial para la seguridad alimentaria, y las políticas que lo protegen pueden contribuir a la sustentabilidad a largo plazo. Las investigadoras subrayan la importancia de concienciar sobre la necesidad de tratar el suelo como un recurso vivo que debe ser restaurado y protegido. El estudio no solo genera conocimiento científico, sino que puede servir como base para la creación de marcos regulatorios que promuevan prácticas agrícolas más sostenibles.