Nacido en el seno de una familia de mediana jerarquía, Moreno asistió a la Universidad de Chuquisaca, donde leyó autores que lo formaron en un pensamiento vanguardista. Políticas que buscaban la igualdad de derechos de los criollos y planteaban la abolición total de la esclavitud. Años más tarde Moreno visita Potosí y queda atónito frente a la magnitud de la explotación a la que eran sometidos los indígenas en las minas. “Desde el descubrimiento empezó la malicia a perseguir unos hombres que no tuvieron otro delito que haber nacido en unas tierras que la naturaleza enriqueció con opulencia y que prefieren dejar sus pueblos que sujetarse a las opresiones y servicios de sus amos, jueces y curas”. Esta formación repentina con la que se encontró el jóven Mariano, determinaría su temperamento para ser uno de los pilares de la Revolución de Mayo.
Recibido en Derecho defendió a varios aborígenes contra los abusos de sus patrones, lo que complicó su estadía en Chuquisaca. Decidió volver a Buenos Aires donde fue nombrado Relator de la Audiencia y asesor del Cabildo de Buenos Aires.
El 25 de mayo de 1810 fue designado como secretario de Guerra y Gobierno de la Primera Junta, lugar estratégico para desplegar su mirada revolucionaria. “El pueblo no debe contentarse con que sus jefes obren bien; él debe aspirar a que nunca puedan obrar mal”. Dos semanas más tarde, Mariano Moreno decide fundar la Gazeta de Buenos Ayres, el primer periódico independentista de nuestro país. Su objetivo era dar a conocer las voces de la Primera Junta y las discusiones políticas oficiales de la época. Un mes más tarde, el órgano de gobierno le encargaría a Moreno una de las misiones más importantes para la total libertad de la patria: la redacción del Plan de Operaciones. Un documento que resumía los aspectos técnicos/organizativos, destinado a unificar el propósito de la Revolución. El plan de operaciones era básicamente el eje programático del rumbo que debía tomar el naciente país.
Parte del plan era expropiar las riquezas de los españoles para la creación de fábricas que permitieran lograr el objetivo final: la Independencia absoluta. Su propuesta más radical encarnaba el ideario de los sectores que pujaban por algo más que un cambio administrativo, sino que proponían cambios económicos y sociales más profundos. Esto le valió enfrentarse contra los sectores más conservadores, que encontraban su representación en el presidente de la Primera Junta, Cornelio Saavedra.
Saavedra decidió enviarlo como una suerte de embajador a Europa, con una misión relacionada con la compra de armamento, como un modo para desembarazarse de él. Mariano Moreno murió envenenado sin ver finalizada la revolución que tanto anhelaba. Fue el 4 de marzo de 1811 tras consumir una sospechosa medicina suministrada por el capitán del barco. Su cuerpo fue arrojado al mar.
Su esposa, que se encontraba en tierra firme, había recibido unos días antes una encomienda anónima que adentro contenía un velo, un par de guantes negros y un abanico de luto. El gobierno porteño había firmado contrato con un tal Mr. Curtis el 9 de febrero, es decir, quince días después de la partida de Moreno, adjudicándole una misión idéntica para el equipamiento del incipiente ejército nacional.
El asesinato de Moreno fue obra de los poderes concentrados de la época: era necesario callar a una de las voces mas importantes que dio la Revolución. Al enterarse de la muerte, Cornelio Saavedra, presidente de la primera junta dijo “Hacía falta tanta agua para apagar tanto fuego”.