Durante el Mundial no todo es fútbol para la Selección Argentina. Nuestros jugadores también tienen momentos de relax, distensión y disfrute, como torneos de truco, encuentros con las familias y asados. Para este último ítem, desde Argentina se enviaron 2360 kilos de distintos cortes de carne vacuna. Pero con una particularidad: todo debió someterse a un proceso de certificación halal.
El término halal significa lícito o permitido para el consumo de los musulmanes. Se encuentra en el Corán, el libro sagrado del Islam. La certificación halal es un proceso que debe realizarse para dar fe de que se cumplió con el rito islámico y para asegurar a los consumidores musulmanes que toda la jurisprudencia que se encuentra en el Corán fue aplicada, por lo que es un producto apto para el consumo.
“El procedimiento que debe realizarse inicialmente es la habilitación de la planta productora de alimentos, en este caso, o de productos manufacturados que deban cumplir con el rito. Consiste en el degüello de carótida a carótida del animal sin ningún tipo de golpe y ningún tipo de insensibilización para garantizar el desangrado completo. Este degüello debe realizarse en el nombre de Dios. Eso es lo que lo convierte en halal, es decir lícito para el consumo”, explica Alexis El Sayer, director de la Certificadora del Centro Islámico de la República Argentina (CIRA), el organismo responsable de auditar y certificar la carne que la Selección llevó a Qatar. Desde allí llevan adelante todo el proceso, ya sea de productos cárnicos como de productos manufacturados, siempre y cuando todos estén permitidos por el Islam.
“La certificación halal es un sello de calidad que determina cuestiones sanitarias, cuestiones religiosas y fundamentalmente garantiza que en su proceso no hay participación de productos prohibidos para el consumo de los musulmanes, que son principalmente el cerdo y sus derivados y el alcohol y sus derivados. Después hay otros productos prohibidos también, que en este caso no tienen intervención. Pero esta certificación garantiza el ingreso a estos destinos, ya que es exigencia de los países a través de las aduanas”.
Para Alexis, el término halal dejó de ser una normativa religiosa y se convirtió en un sello de calidad, porque a través de este sello de calidad se garantiza el consumo para mayor cantidad de personas. “Hoy las personas exigen que los productos, especialmente alimenticios, tengan mayores controles. El sello halal es un control más, complementario a toda la metodología que utiliza Senasa y a todos los sistemas de garantía de calidad de alimentos implementados a nivel internacional, que generan aceptación en los mercados. Hoy hay musulmanes en 146 países del mundo que identifican el sello halal y consumen preferentemente estos productos. Esto genera mayor penetración del mercado y, al mismo tiempo, es otro sello de calidad que garantiza el cumplimiento de normas sanitarias y religiosas”.
Si bien el proceso de certificación es sencillo, la Certificadora del CIRA se ocupa del proceso completo, que inicia con el degüello del animal y finaliza con el ingreso de piezas en la despostada del animal dentro de la caja. “Esa identificación de todo el proceso es lo que garantiza una trazabilidad completa del cumplimiento de la normativa halal. Nosotros como organismo certificador no vamos a emitir certificado de un producto que no fue auditado y trazado por nuestros faenadores, inspectores y auditores que garantizan que el mismo animal que fue faenado en el nombre de Dios es el mismo animal que se encuentra en la caja”, agrega Alexis. Hoy por hoy, la normativa halal es un valor agregado a cada uno de los productos que podemos encontrar en una góndola.