La imagen del fuego emergiendo como enormes chimeneas desde las entrañas del Río Paraná parece tan absurda, tan surreal, que cuesta entenderla como una realidad, al menos para quienes vivimos lejos de ese gran afluente de agua que atraviesa al país desde Misiones hasta el Río de la Plata. Lamentablemente esas escenas son frecuentes para quienes conviven con las generosidades que otorga el río, y en los últimos días este problema se agravó notablemente, al tiempo que tomó otra vez relevancia mediática.
El modelo extractivista, que año a año arrasa con las riquezas de este suelo, viene haciendo estragos en los ecosistemas regionales afectando no sólo el medio ambiente, sino también la economía y la salud de sus pobladores. Esto mismo viene denunciando, entre otras organizaciones, las mujeres de Taller Flotante y Río Feminista, dos espacios de lucha vinculados a la preservación y el cuidado del territorio de islas y costas del Río Paraná. Para profundizar en estas problemáticas hablamos con Paula Ruiz Díaz, integrante de estas organizaciones.
Uno de los principales problemas ambientales que acarrean estos incendios están vinculados con el desmejoramiento (o pérdida) de los llamados “humedales”, los cuales albergan una inmensa biodiversidad. “El humedal es un territorio extensísimo que, solamente dentro del ejido de Victoria, en Entre Ríos, tiene 37 mil kilómetros cuadrados. No es una isla entera, es un conjunto de riachos que se van entrecruzando. Hablamos de un territorio geográfico bastante difícil de recorrer”, explica Ruiz Díaz. Si bien las quemas, como nos cuenta Paula, eran prácticas comunes entre los lugareños, como modo de “limpiar” el terreno para mejorar las condiciones de vida, hoy se convirtió en una actividad ligada centralmente a generar espacios propicios para la cría de animales.
Paula nos destaca que esta situación viene sucediendo casi ininterrumpidamente desde el 2020, al inicio de la pandemia, hecho agravado tanto por las fuertes sequías como por la bajante del Río Paraná, generando grandes cantidad de hectáreas quemadas. Y la razón de la repercusión mediática de los últimos días tiene que ver, principalmente, porque muchos focos se han sucedido frente a la ciudad de Rosario y el humo ha llegado a la ciudad, complicando su vida urbana.
Lo cierto es que estos incendios no sólo generan problemas en la visibilidad (hecho que ha provocado, entre otras cosas, varios accidentes de tránsito) y en la respiración (volviendo irrespirable el aire y afectando gravemente la salud de la población), sino que además, “en cuestiones ambientales, poniendo también a la sociedad como parte del ambiente, es un problema la pérdida de casas y de gente que en soledad enfrenta al fuego cuando se acerca a sus viviendas, y la pérdida de espacios de huertas y animales, más allá de las consecuencias que puede traer a la salud el humo”, explica Paula.
Si bien es bastante complejo hablar de responsabilidades, claramente el modelo extractivista es la cuna de estas problemáticas que hoy tiene en vilo a la población costera del Paraná. Este hecho, resalta Ruiz Díaz, es claramente habilitado por los gobiernos de turno que dan lugar a que estos atropellos ocurran: “evidentemente el retiro sobre el territorio de Islas de parte del Estado, sea Nacional, Provincial o Municipal, ha generado el escenario ideal para que sucedan este tipo de cosas”, comentó.
Un lento y continuo avasallamiento sobre el Río Paraná
Uno de los principales problemas que los movimientos ambientalistas reconocen en la zona fue la construcción del puente que une las ciudades de Rosario con Victoria, trazado clave para la comunicación entre las provincias de Santa Fé y Entre Ríos, cuyo desarrollo no contempló la dinámica diaria de quienes habitaban en esta zona del Paraná: “todo ese territorio islero tenía vida, había familias y comunidades que vivían durante todo el año, y hacían sus movimientos solamente cuando la creciente era muy alta… las comunidades se movían alrededor de las islas, había incluso “lancha-almacén”, que llevaba verduras… Una vez que se construyó el puente eso se acabó. Toda la vida que había allí comenzó a acabarse”. Al mismo tiempo, agrega Paula, “esa construcción modifico las subidas y bajantes del río, entonces se inundaba una vez al año, hecho que generó que las comunidades se fueran trasladando, quedando solamente los hombres como puesteros”. El problema, reconocen desde los movimientos ambientalistas, no es el puente en sí, sino que no se realizó con una visión social, ni se consideró el impacto que implicó para quienes allí habitaban.
Posteriormente, otro fenómeno económico afecto la vida productiva de la zona. El boom sojero se apropió también de esta región, desplazando a la ganadería hacia otros lugares poco propicios para la cría de animales: “aquellos productores que por ahí tenían ganado en el campo lo llevaron a las islas sin conocer los humedales”.
El negocio millonario que significa para los exportadores la apropiación y explotación del río, generó también su impacto en esta red de problemas y sus enormes consecuencias. Así lo explica Paula Ruiz Díaz: “también tenemos que considerar el dragado del Río Paraná en el frente de Rosario para la salida de las grandes embarcaciones. Eso ha ido tapando la boca de entrada de los riachos dentro del humedal, lo que generó que bajaran su cauce”.
Otro de los problemas tiene que ver con un fenómeno muy común por estos tiempos en el Delta del Paraná, vinculado principalmente a la producción ganadera: “hay algunos dueños de islas que hacen terraplanados para elevar su territorios, y estos tiempos de sequías han sido muy propicios para eso, lo que genera la seca de lagunas y desvíos de ríos internos dentro del humedal”.
Estos hechos, sumados a la sequía que en los últimos meses azota la región, y la histórica bajante del cauce del agua, “hacen que cualquier mecha genere un fuego que es interminable”.
“Todo fuego es político”
Retomando la clásica canción de Los Redonditos de Ricota, “Todo fuego es político” se convirtió en una de las principales consignas de las masivas movilizaciones que ocurrieron en Rosario y Victoria. “Tiene que ver con la inacción, con el no estar”, dice Paula cuestionando la posición liberal del Estado, que sólo garantiza la libertad del privado, sin regular o controlar la acción destructiva de quienes ocasionan estos incendios: “que esto suceda, no es más que la consecuencia del abandono del Estado sobre el territorio”.
Estos hechos no son aislados, y tanto desde Taller Flotante como desde Río Feminista, entienden que se trata de un fenómeno global que desde hace años afecta al país. Al igual que en el Río Paraná, comenta, “las quemas en Córdoba, Corrientes o en el sur, siempre han tenido alguna vinculación con los negocios extractivistas del capitalismo, como pueden ser la generación de alimentos con el ganado y la siembra de soja, o los intereses inmobiliarios”.
Sobre la Ley de Humedales
“Hace tiempo venimos trabajando con varias organizaciones en la formulación del proyecto de Ley de Humedales, que perdió estado parlamentario el año pasado, y lo volvimos a presentar. Ahora el gobierno Nacional aparece con un proyecto supuestamente consensuado. La Ley de Humedales que había sido acordada por organizaciones, y con mucha participación de la sociedad civil, contaba con puntos sobre lo preventivo, el ordenamiento territorial, una definición específica sobre humedales que incluía no solo del de Paraná, sino también el de Córdoba, Salta… este trabajo fue sumamente agotador, ya que presentamos un proyecto de ley que estaba muy bien, que incluso superó la comisión de ambiente, y quedó trabada justamente en la comisión de “producción”. Y hoy aparece un nuevo proyecto de ley que no tiene un tiempo acordado para ordenamiento territorial y le falta un montón de definiciones”.
Este lento pero constante proceso de entrega del territorio para la explotación por parte de pequeña porción que acumula cada vez más riqueza, avanzando contra el medio ambiente y la calidad de vida de los habitantes locales, tiene como una de sus consecuencias la intensa humareda que vuelve irrespirable el aire en las cercanías de Rosario, y que llegó incluso, hace pocos días, a la Capital Federal. El trabajo que llevan adelante, entre otras organizaciones, Río Feminista y Taller Flotante, es vital para frenar el modelo extractivista. Invitamos a conocer estos espacios e interiorizarse en el trabajo que estas mujeres llevan adelante en defensa del territorio.
Imagen de portada: Tiempo Argentino