Los clubes de la Provincia de Córdoba están obligados a capacitar a su personal directivo y trabajadores en temáticas vinculadas a la violencia de género. Esto es así, porque el 12 de agosto del 2020 la Unicameral aprobó la incorporación de la Ley Micaela para el deporte en todo el territorio exigiendo a las instituciones deportivas a realizar, bajo diferentes modalidades, cursos que posibiliten paulatinamente erradicar las violencias a las que cotidianamente están expuestas las mujeres y las diversidades.
Betu Ballari, parte del club Los Vaqueros, y una de las principales impulsoras de la Ley en nuestra provincia reconoce, antes que nada, que esta reglamentación es fundamental para poner en debate las violencias que ocurren en instituciones claves para la vida social como son los clubes deportivos. Con ella conversamos para conocer su mirada sobre los avances en materia de género dentro del deporte cordobés.
A pesar de haber sido aprobada en 2020, esta Ley comenzó a aplicarse recién este año, motivo por el cual no hay información precisa sobre los avances obtenidos: “no tenemos realmente datos de cómo viene siendo la respuesta de los clubes y de las instituciones deportivas, ni la cantidad de personas que están participando”, nos cuenta Betu, y agrega que “falta un tiempo para poder conocer los resultados y poder evaluar cuál es el impacto de esta capacitación que se está dando en los clubes”.
-¿Por qué es tan importante la aplicación de la Ley Micaela en el deporte?
-Es indiscutible que los clubes tienen un rol social muy importante, sobre todo en épocas de crisis donde el entramado social se rompe y los espacios de contención se vuelven claves. Por eso es importante la sensibilización de las dirigencias. Porque nuestras niñas y adolescentes también necesitan una puerta abierta para no terminar en las adicciones, o en la calle. O a veces también para escapar de las propias casas que muchas veces son entornos de violencia. No es solamente para el desarrollo como deportistas. Hay que pensar nuestras instituciones deportivas desde ese rol clave que tienen: el compartir con otros, el trabajo en equipo que ahí se aprende, los valores, la identidad, la pertenencia, son cosas fundamentales. Y no hay porqué pensar que son cosas exclusivas para los varones. Más que nunca hacen falta clubes que tengan sus puertas abiertas, y que sean espacios seguros y amigables para las mujeres y las disidencias.
-¿Algunas instituciones avanzan más rápido que otras? ¿A qué se debe?
-Supongo que algunos clubes avanzan más rápido puntualmente por las dirigencias que conforman las comisiones directivas. También tiene que ver mucho con la idiosincrasia de cada club y la interpretación que se hace del rol que tienen en la sociedad. Es un momento de transformación cultural, de cambio de paradigma, y me parece que tiene mucha incidencia en esto qué lectura hacen las dirigencias sobre el rol que les toca para abordar la violencia de género y este cambio de paradigma en el deporte.
-Si tuvieras que marcar algo aún por mejorar ¿qué señalarías?
-Creemos desde ya que la modalidad virtual, la modalidad elegida para brindar los talleres, de alguna manera resulta una desventaja. Sobre todo porque es una temática que requiere de un fuerte trabajo de sensibilización. Sugerimos que las capacitaciones sean presenciales y que esto garantice la participación real y efectiva de las comisiones directivas en su totalidad, además de la formación y la capacitación para trabajadores y trabajadoras de los clubes y para personas a cargos de los grupos: profesoras, profesores, cuerpos técnicos, etcétera. Me parece que la presencialidad, si bien es un proceso más largo, es mucho más efectiva.
La sospecha de que en muchos clubes no se está abordando debidamente estos cursos es una de las críticas principales en torno a la aplicación de la Ley. Betu Ballari nos cuenta, además, otras políticas necesarias que deben aplicar los clubes, desde su perspectiva, de camino a la erradicación de la violencia de género.
-Además es necesario caminar hacia la paridad en las comisiones directivas, ya que la existencia de estructuras más amplias sólo se puede garantizar si hay amplitud en la representatividad. Me parece que es importante que las políticas públicas en torno al deporte tengan esa perspectiva de género, y que se incentive a los clubes en ese camino, con las distintas herramientas que tiene el Estado para el fomento y la participación del deporte femenino. Además es importante la incorporación de las disidencias, ya que me parece necesario ver en las distintas ligas a mujeres y varones trans. Creo que eso es una deuda que, a fuerza de patadas, las compañeras y compañeros travestis y trans vienen abriéndose camino dentro de los clubes, pero aún falta un montón. Además es necesaria la construcción de protocolos para la erradicación de la violencia. La lista puede ser larga, pero seguimos trabajando en ese sentido, y la Ley Micaela es un primer paso bastante interesante.
Un dato no menor es que Córdoba fue la primera provincia del país en aplicar la Ley Nacional N° 27.499 dentro del ambiente deportivo. Sobre este aspecto, le preguntamos a Betu qué recuerdos tiene de aquel momento tan importante en su lucha.
-¿Cómo vivieron ustedes aquél proceso y por qué creen que fue importante?
-Cuándo se discutió la Ley Micaela en la Legislatura nosotras estábamos en el medio de un conflicto con la Liga Cordobesa, intentando visibilizar una problemática muy fuerte que tiene que ver con la falta de inversión para el desarrollo del deporte femenino. Pero sobre todo lo que estábamos intentando visibilizar es que, frente a las demandas de nuestro colectivo, la respuesta siempre fue la resistencia. Me parece que “ganar” esa Ley fue un paso hacia adelante en relación a esa discusión, sobre qué lugar tenemos las mujeres y las disidencias en los clubes y que rol ocupan las dirigencias en esas transformaciones que estamos demandando. Está claro qué necesitamos, y qué lugar ocupan también los trabajadores y trabajadoras de los clubes, los cuerpos técnicos, y demás. Me parece que la Ley Micaela en instituciones deportivas es muy necesaria, es muy urgente, y por suerte tenemos al Estado de nuestro lado, en este caso, más allá de las discusiones que podamos dar en torno a la implementación y a la mejora de las capacitaciones.
La Ley Nacional N° 27.499 lleva el nombre de Micaela García, una joven gualeguaychense víctima de femicidio en 2017. Un años más tarde, tras la incansable lucha de los movimientos feministas, se pudo elaborar y aprobar esta legislación que obliga a los tres poderes del Estado Nacional a capacitar a todo su personal. Lentamente su aplicación va ganando espacios.
Por lo pronto, las instituciones deportivas de la provincia deben cumplir con la Ley, hecho fundamental para avanzar hacia la construcción de entornos sociales más seguros para las mujeres y disidencias.