El debate sobre los salarios en Argentina sigue generando posiciones encontradas y plantea interrogantes cruciales sobre la calidad de vida de los trabajadores. Desde el gobierno se señala una recuperación del ingreso promedio, con especial énfasis en su incremento en dólares, mientras que la oposición subraya una pérdida significativa del poder adquisitivo frente a la inflación. Estas visiones contrapuestas no solo reflejan una disputa política, sino que también profundizan la confusión sobre la situación económica real: ¿estamos mejor o peor que en 2023? Para responder a esta pregunta, es necesario analizar los datos disponibles y entender conceptos clave como el Salario Mínimo, Vital y Móvil (SMVM) y la Canasta Básica Total (CBT).
El SMVM es el ingreso mensual mínimo establecido por el Estado para garantizar que los trabajadores puedan cubrir sus necesidades básicas. Por otro lado, la CBT es un indicador económico que mide el costo de un conjunto de bienes y servicios indispensables para que una familia tipo (dos adultos y dos menores) no sea considerada pobre. Este valor incluye alimentos, transporte, vestimenta, educación y otros gastos esenciales. La relación entre estos dos indicadores es crucial para evaluar la capacidad adquisitiva de los trabajadores en el contexto de una economía inflacionaria.
En octubre de 2023, el SMVM era de $132.000, mientras que el costo de la CBT ascendía a $345.295. Esto significa que el salario mínimo cubría apenas el 38,23% de las necesidades básicas de una familia tipo. Si lo medimos en dólares, utilizando el valor del dólar MEP ($859,54), el salario mínimo equivalía a 153,57 dólares. Estos datos reflejan una situación de crisis, donde el ingreso mínimo garantizado no alcanzaba para satisfacer las necesidades básicas, dejando a los trabajadores en una situación de vulnerabilidad económica frente a un costo de vida en ascenso.
Un año después, en octubre de 2024, el SMVM aumentó a $271.571,22, lo que en términos nominales podría interpretarse como una mejora significativa. Sin embargo, este aumento no fue suficiente frente al incremento del costo de la CBT, que trepó a $986.586, cubriendo ahora solo el 27,52% de las necesidades básicas. A pesar de que el salario mínimo, convertido al dólar MEP ($1076), equivalía a 252,39 dólares, la capacidad de compra de los trabajadores disminuyó notablemente. Este fenómeno, conocido como inflación en dólares, pone en evidencia cómo el aumento de precios supera los ajustes salariales tanto en moneda local como extranjera.
De esta manera, aunque el salario mínimo nominal y su valor en dólares muestran un crecimiento, la brecha entre el ingreso y el costo de vida se amplió en el último año. Este deterioro del poder adquisitivo resalta la urgencia de políticas públicas que enfrenten la inflación, protejan los ingresos reales y reduzcan la desigualdad económica. Mientras tanto, los trabajadores enfrentan una economía donde más dinero en el bolsillo no necesariamente se traduce en una mejora de su calidad de vida.