En las últimas semanas se intensificaron las tensiones entre Venezuela y Guyana por la disputa del territorio llamado Esequibo, el cual está ubicado en la frontera entre ambos países sudamericanos. Se trata de una zona rica por su flora y fauna, pero también por la potencialidad hídrica producto de su extensa red de ríos. A su vez, cuenta con una variedad amplísima de recursos naturales como oro, cobre, diamante, hierro, bauxita y aluminio. Cabe resaltar que allí se ubica la mina de oro llamada Omai, que es una de las principales fuentes de ingresos de Guyana.
Las históricas tensiones aumentaron cuando en 2015 se descubrieron aproximadamente unos 46 yacimientos de petróleo sobre las costas. Así, con estos nuevos yacimientos, el gobierno de Guayana aprobó la explotación a seis empresas petroleras, entre ellas las multinacionales Exxon y Total Energy, que este año acumularon más de diez mil millones de barriles de crudo, en un contexto de crisis mundial de combustibles.
Ello llevó a que Guyana experimentara un crecimiento económico importante en los últimos años, lo cual motivó que se elevaran protestas diplomáticas por parte de Caracas ya que entendían que se trata de “aguas territoriales pendientes de delimitación”.
La porción de territorio en litigio tiene una historia de más de cien años entre ambos países. La posición venezolana sobre su soberanía es histórica, ya que heredó el territorio que controlaba España al obtener su independencia en 1811. Luego, Venezuela tomó como frontera oriental el río Esequibo, la cual fue reconocida internacionalmente por Reino Unido (administrador en ese momento de la colonia que llamó Guyana Británica en 1814). Este proceso se dio en el marco del Tratado de Reconocimiento de España, el cual heredó el naciente estado de Venezuela.
Sin embargo, Londres comenzó a anexar territorios que eran reconocidos a Venezuela, sin respetar esos acuerdos y negándose a llevar los reclamos venezolanos a arbitrajes internacionales. El gobierno británico de manera unilateral definió el límite occidental de su colonia a través de la denominada “línea Schomburgk”. Esto se debe a la demarcación que realizó el explorador Robert Schomburgk en 1840 y que fue ampliada décadas después, siempre hacia el oeste. Finalmente, la demarcación quedó firme en 1899 a través de un arbitraje realizado en París, e impulsado por Estados Unidos, quien tenía intenciones sobre Venezuela.
Posteriormente, el gobierno venezolano, entrado el siglo XX, desconoció el arbitraje ya que se descubrió que el mismo fue parcial en detrimento de los intereses de Venezuela, por lo que declaró como nulo el laudo arbitral y reactivó el reclamo sobre el territorio. Como dato de color, en 1966 luego de la independencia de Guyana y ante la Organización de Naciones Unidas (ONU), el gobierno de Venezuela contó con el apoyo Británico y de otros organismos internacionales en el reclamo territorial, proceso que quedó sin una resolución definitiva. Ese mismo año, a través del Tratado de Ginebra, se exhorta a ambas partes a llegar a un acuerdo pacífico para concluir el diferendo.
En las últimas décadas y con Hugo Chávez en la presidencia, el reclamo se enfrió debido a las buenas relaciones entre Caracas y el gobierno guyanés. Hasta que el conflicto se reavivó tras los descubrimientos petroleros de 2015.
Para comprender parte del conflicto, debemos entender que la República Cooperativa de Guyana es el único Estado de Sudamérica de habla inglesa, al ser colonia británica hasta su independencia. A su vez, la región disputada ocupa dos terceras partes del territorio, con aproximadamente unos 160 mil kilómetros cuadrados y concentra seis de las diez regiones. Asimismo, está conformada por la mayoría de la población guyanesa ya que habitan unas 300 mil personas de las 800 mil que constituyen los habitantes del país.
Las tensiones entre ambos gobiernos escaló cuando el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, impulsó la realización de un referéndum electoral por el cual se consultó a la población venezolana si estaban de acuerdo o no, en tomar acciones para anexar definitivamente ese territorio al país e incorporarla como una provincia venezolana. La consulta popular impulsada por Maduro se aprobó con el 94% de los votos (aunque la participación del electorado venezolano en el mismo no fue significativa), luego de una fuerte campaña previa en la que se llamó a la “unión nacional” para defender su territorio. Con ese resultado, el gobierno venezolano envió una ley al Parlamento local para crear la provincia de Guayana Esequiba y darle el estatus de ciudadanos venezolanos a los aproximadamente 300 mil habitantes de la región. Asimismo, anunció la creación de una “zona de defensa integral”, ubicada en Tumeremo, localidad del Estado Bolívar al sur del país y fronteriza con la zona en disputa, para asegurar la explotación de los recursos del Esequibo en beneficio de Venezuela, e instó a la empresa estatal petrolera PDVSA a “otorgar licencias operativas para la explotación de hidrocarburos” en la región.
Al interior de la política venezolana, el impulso de esta maniobra fue denunciado por la oposición argumentando que la misma obedece a desviar la opinión pública hacia este tema y tratar de potenciar la figura de Maduro. Esto se da en un contexto de nuevas elecciones en el país, en el cual la oposición logró unirse en torno a la figura de María Corina Machado para las elecciones presidenciales de 2024. La flamante líder de la oposición declaró que: “el repudio al referéndum es hacia Maduro, pero que quede claro que los venezolanos sabemos que el Esequibo es de Venezuela y estamos dispuestos a defendernos y recuperarlo”.
Desde Georgetown, la capital guyanesa, denunciaron que el intento del gobierno venezolano de anexionar el territorio tiene que ver con replicar los que sucedió entre Rusia y Ucrania. Esto se da, bajo una crisis de las instituciones internacionales, especialmente la ONU para dar respuesta a las disputas y los conflictos globales. En este marco, la acción fue calificada como una “amenaza a la integridad territorial del país” y su Presidente, Irfaan Ali, advirtió que Maduro ha sido “imprudente y lamentable en su actitud” al impulsar el referéndum, ya que “no le preocupa la paz y la seguridad de la región”.
Guyana, también, había solicitado que se expida la Corte Internacional de Justicia (máximo órgano judicial del sistema de Naciones Unidas), pero solamente obtuvo una advertencia sobre Venezuela al señalar que “se abstenga de cualquier acción que altere la situación que prevalece en el territorio en disputa.
A su vez, el presidente Ali, anunció que tomará “todas las medidas necesarias para defender lo que es nuestro” y advirtió de que cuenta con el respaldo de los 15 países de la Comunidad del Caribe (Caricom), Gran Bretaña (en conjunto a la Commonwealth) y el apoyo militar de Estados Unidos. Cabe resaltar que este último, convocó al Comando Sur para asegurar la defensa, ante una inminente ofensiva militar venezolana. En los últimos días, el ala del ejército norteamericano para América del Sur realizó ejercicios militares conjuntos con las fuerzas armadas guyanesas, lo que provocó la escalada de tensión en la zona.
El Secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, apoyó a Georgetown diciendo que “reafirma el apoyo inquebrantable de Estados Unidos a la soberanía de Guyana”, pidió una solución pacífica y que se respete el laudo de 1899, hasta que “lleguen a un nuevo acuerdo o un órgano legal competente decida lo contrario”.
Durante la cumbre del MERCOSUR en Río de Janeiro, el presidente brasilero Lula Da Silva intentó apaciguar el conflicto al afirmar que: “no queremos guerras en América del Sur. No necesitamos guerras, no necesitamos conflictos. Necesitamos construir la paz”. En este marco lo secundaron con el apoyo los presidentes de Argentina, Bolivia, Uruguay y Paraguay, quienes firmaron una declaración conjunta expresando su “profunda preocupación con el aumento de las tensiones”.
En dicha declaración los presidentes sudamericanos instaron a ambas partes al diálogo y a la búsqueda de una solución pacífica de la controversia, a fin de evitar iniciativas unilaterales que puedan agravarla. Documento al que adhirieron, también: Chile, Colombia, Ecuador y Perú.
Las tensiones históricas sobre el territorio del Esequibo han emergido nuevamente, debido a contextos políticos, geopolíticos y económicos. Desde la política venezolana, en un intento de eclipsar desde el gobierno de Maduro la unificación de la oposición en María Corina Machado con vistas a las elecciones presidenciales de 2024 y desde lo geopolítico y económico, en virtud de la enorme potencialidad de recursos naturales que la región posee y que ha hecho que Guyana haya tenido un crecimiento económico exponencial en los últimos años.
La región de América del Sur se caracteriza históricamente por ser una zona de paz, en donde los conflictos bélicos no son una constante en esta región, a diferencia de otros lugares del planeta. Es por ello que para no romper con esa preciada tradición es necesario que este diferendo sea resuelto pacíficamente por las vías establecidas en el Derecho Internacional. Esto quiere decir, por medios de solución pacífica de controversias que están contempladas en la Carta de Naciones Unidas, tales como la mediación, la conciliación o el arbitraje y, en última instancia, la decisión judicial de la Corte Internacional de Justicia. Es menester buscar una solución práctica y justa, para que América del Sur continúe siendo una región de paz.