Jorge Mario Bergoglio, el primer Papa latinoamericano y una de las figuras religiosas más influyentes del siglo XXI, falleció a los 88 años. Su salud se había agravado en los últimos días por una crisis respiratoria asmática, lo que precipitó su partida.
Nacido en Buenos Aires el 17 de diciembre de 1936, trabajó como técnico químico antes de iniciar su camino religioso. Ingresó a la Compañía de Jesús en 1958 y fue ordenado sacerdote en 1969. Durante la dictadura en Argentina, intercedió por personas perseguidas, mostrando un temprano compromiso con los sectores más vulnerables.



En 1992 fue nombrado obispo auxiliar de Buenos Aires y en 1998, arzobispo y primado de Argentina. En 2013, tras la renuncia de Benedicto XVI, se convirtió en el Papa número 266 de la historia y el primero de América. Eligió llamarse Francisco, inspirado en San Francisco de Asís, reafirmando desde el inicio su intención de acercar la Iglesia a los excluidos.
Durante su pontificado promovió una Iglesia más austera y comprometida con las problemáticas sociales. Fue impulsor de reformas internas, defensor del medioambiente y la justicia social, y una figura clave en el diálogo interreligioso y la diplomacia global.



Su papado quedará registrado como una etapa de apertura, diálogo y presencia activa frente a los desafíos del siglo XXI, pero también como un tiempo de acercamiento a los más humildes del mundo. Francisco fue una voz firme contra la indiferencia y un promotor de la fraternidad global.