Córdoba ofrece una enorme variedad de alternativas culturales y artísticas para todos los gustos y en diferentes formatos. Entre ellas se encuentra Mala Madre, una obra difícil de clasificar, que juega con recursos del teatro y el cine, generando un producto que atrapa al espectador de principio a fin.
Ornella nos cuenta que “el concepto de ‘mala madre’ está unido por oposición al de ‘buena madre’. Y con ello viene la idea de que las madres no podemos reclamar, no podemos pedir ayuda, no podemos refutar nada, porque ser madre se entiende como algo que ‘se busca’”. Sobre estos aspectos la obra explora, entrando de lleno en las contradicciones de una sociedad que pone sobre los hombros de mujeres exigencias muy difíciles de sostener.
-¿Cómo nace esta obra?
-Mala Madre es mi tesis de la Licenciatura en Teatro de la UNC. Nace con las ganas de denunciar, de hablar, de poner en discusión las maternidades adolescentes, y de que cuestionemos y reflexionemos los discursos sobre la maternidad que se siguen sosteniendo hasta el día de hoy. Discursos que son imposibles de llevar a la práctica, que son realmente inviables, y nos hacen querer llegar a una forma de maternar que es realmente imposible. Nace también de la impotencia. Si bien creo que hubo avances, hablando de la maternidad y de los discursos que tenemos como sociedad, considero que falta muchísimo. Y por eso nace Mala Madre, por las ganas de que de que hablemos sobre la maternidad.
-Hay algo disruptivo en la puesta ¿Es cine? ¿Es teatro? ¿Cómo lo definirías?
-Mala Madre se iba a estrenar en abril del 2020. Estábamos a punto de cerrar la obra para poder estrenarla y vino la cuarentena. Así que después de mucho trabajo, de repensar la obra y el proyecto en general, decidimos hacerla en este en este formato audiovisual. Es una obra de teatro que usa los recursos de da la cámara para poder reconstruir las escenas y mostrarla de otra forma. Todo está pensado teatralmente: la dramaturgia, la secuencia de las escenas, los personajes, cómo se cuenta la historia. Está filmado en un plano secuencia con la intención de simular el ojo del espectador de teatro, donde lo ve todo de corrido.
-La historia es un poco biográfica, ¿verdad? ¿Por qué decidiste contarla y de esta manera?
-Es una obra autoficcional, es decir, que está creada a partir de la mezcla entre lo biográfico y lo ficcional. Hablar de la historia de una es también hablar de las historias de las otras. Sergio Blanco, que es un dramaturgo uruguayo que se dedica a hacer autoficción, dice “todos tenemos algo importante para contar”. Nuestras vidas son importantes para contarlas. La obra me llevó a pensar, ¿cómo teatralizo lo biográfico?, ¿cómo se rellenan los vacíos y los olvidos, en un relato que tiene que ver con la propia vida?, ¿cómo ficcionalizo eso que yo recuerdo? En definitiva lo que contamos es nuestra versión de las cosas.
-¿Cómo fue el proceso de pensar y construir una historia, como vos decís, en torno a tu vida, pero también a la vida de muchas otras?
-Empecé el trabajo de la dramaturgia a partir de fotografías mías y de mi hijo. Más allá de un trabajo simplista de relatar las fotos, buscaba pensar qué le tiene que contar ese pasado a la Ornella del presente. Por otro lado, esta cotidianidad espectacularizada en la que estamos, un poco por las redes sociales, hizo que la relación entre la verdad y la mentira haya sufrido algunos cambios. Lo cotidiano, como pasear, hacer un deporte o comer, se muestra y forma parte de un espectáculo. Y también lo íntimo forma parte de un espectáculo. Acá hay una intención social en mostrar lo biográfico. No es una lógica más individual ni narcisista, sino que hay una clara intención de encontrarnos con las otras vidas. Es un momento en el que necesitamos encontrarnos con las historias de los demás, donde eso que veo en otras vidas no es mío, pero un poco sí. Volviendo al inicio, lo que cuento también es mi vida y la vida de las otras.
-La obra inevitablemente interpela al espectador, no sólo con la temática, sino también con la forma de narrarse desde lo visual y desde el guión. Hay algo de incomodidad o culpa que se genera en quien la ve ¿Cómo lo sentís o lo pensaste vos como creadora?
-Bueno, me alegra que genere culpa e incomodidad. Y sí, hay un poco de intención de eso. En Mala Madre se trabajó con las nociones de “buena madre” y “mala madre”, pero también con la de “mala víctima” ¿Quiénes son las malas víctimas el subtexto de lo que se lee en cualquier medio de comunicación cuando hay un femicidio o cuando sucede alguna atrocidad? Lo que se lee es que “ella se lo busco”, ¿no? Entonces la mala victima pasa a ser automáticamente responsable del acto del cual es víctima. Desde el discurso hegemónico hay algunas pérdidas de vida o de integridad física y emocional “no-dignas de ser lloradas”. Este concepto de “la mala víctima” aparece en la escena de la adolescente. La mala víctima busca lo que le sucede, y hay un aval social en aceptar esto. Entonces lo que sea que haya tenido puesto, su clase social, los lugares a lo que concurrían sus vínculos, su familia, cualquier cosa sirve para justificar esta idea de que “si las mujeres hacemos las cosas bien, no nos pasarían ciertas cosas”. Por lo tanto hay una búsqueda de generar una incomodidad en las espectadoras y los espectadores. Pero en el fondo también hay un gran deseo de buscar la empatía de los demás, de que la gente se vuelva repensando algo de su vida en relación a lo que acaba de ver.
-Ya tuvieron algunas presentaciones… ¿Cómo lo recibió el público? ¿Con qué te encontraste vos viendo tu producción proyectada?
-Las devoluciones son hermosas, son muy gratificantes. Cada uno y cada una desde su lugar, siendo madre o no, incluso varones, me han devuelto algo. Incluso también con esto que decíamos antes sobre la incomodidad. Así que la verdad es que estoy muy contenta y muy, muy agradecida con lo que me fue diciendo la gente. También sucedió que muchas me contaron historias personales, que en definitiva es lo que decíamos antes sobre encontrarse con otras historias para para hablar de las nuestras. Y con muchas ganas de que se siga viendo, con una intención enorme de que llegue a madres adolescentes, porque es necesario hablar de esto. Y yo me encuentro también en cada función, aunque sea la misma proyección. En parte vuelvo a revivir algunas cosas cada vez que veo las escenas y la verdad terminó muy movilizada. Termino con el cuerpo recordando. Así que bueno, estoy con muchas ganas de que se siga proyectando.
En Córdoba Capital Mala Madre se presentará el 16 y 23 de octubre a las 20hs en Espacio Batato (Artigas 85). Además, habrá una función al aire libre el sábado 22 a las 21hs con barra y fiesta después de la obra (más información, entrando acá).
También se proyectará en Alta Gracia el 21 de octubre a las 21:30hs en Microcine (Emilio Zolá 442, a 100 m del Museo del Che).