Ya está en marcha la campaña por la sucesión de Martín Llaryora como intendente de Córdoba y Daniel Passerini es uno de los principales candidatos. El dirigente fue proclamado como el representante de Hacemos por Córdoba, en un acto que compartió en el hotel Quórum junto a las principales figuras del peronismo cordobés. A la mañana siguiente acudió, como cada semana, al consultorio que atiende en barrio Müller: porque además de político, Daniel es médico. Supo ser noticia cuando, como viceintendente, se puso al frente de la campaña de vacunación pública en las barriadas populares. Sin embargo, desde mucho antes de la pandemia, atiende en la zona este de la ciudad de manera gratuita. Allí se encuentra la obra del padre Mariano Oberlin, un complejo de iniciativas que enfrentan la problemática de las adicciones que tanto castiga a los jóvenes de Müller, Maldonado y la Bajada San José. Ese es el lugar que lo cobija desde hace 8 años.
– Es una rareza encontrar políticos en altos cargos realizando esta clase acciones ¿Cómo llegaste acá?
– A Mariano Oberlin lo conozco hace unos 10 años. Cuando era ministro de Desarrollo Social un día vinimos a hacer una gestión al Padre Lamónaca, que es el hogar de ancianos municipal y está a la vuelta de la parroquia Crucifixión del Señor, de la que Mariano está a cargo hace mucho tiempo. Fue para el Día de la Solidaridad, un 26 de agosto. Me contó lo que hacía en la parroquia, justo había armado un taller para enseñarle oficios a los chicos, así que los fuimos a ver y tomé contacto con él. Yo tenía a cargo el área de prevención de adicciones en el ministerio, entonces empezamos a articular algunas cosas y a colaborar con él. Cuando yo estaba terminando la gestión en el ministerio, en el año 2015, vi que Mariano atendía chicos y que no tenía un médico en el equipo de salud, así que le pregunté si le hacía falta uno. Me dijo obviamente que sí. Nunca creyó que iba a ser yo el médico que iba a venir a trabajar. Le dije “me voy a organizar para venir, por lo menos, una vez por semana”. Así, en marzo del 2016, armé el consultorio y comencé a atender, no en este lugar, porque lo inauguramos hace tres años, sino en lo que se llamaba La Casita. Y la verdad que es algo que me gusta mucho, lo hago porque me gusta ayudarle a Mariano, es un acto de servicio y también me hace bien a mí. Empecé a estudiar de nuevo. Yo soy especialista en medicina generalista y empecé a estudiar toxicología. Una locura, porque todos decían que no iba a poder. Iba viernes y sábado a tomar el curso y rendí la especialidad en plena pandemia, en el 2021. Así que ahí está el título (señala a la pared) que está acá en el barrio, donde tiene que estar. Soy especialista en toxicología gracias a esta gente.
– ¿Y la atención que hacés acá está relacionada a la toxicología?
– Mi rol en el equipo es hacer las admisiones de las chicas y los chicos, y no tan chicos y no tan chicas, que vienen acá. Hoy estamos con la capacidad ampliada porque durante toda la pandemia este lugar funcionó también como albergue para muchísima gente en situación de calle o gente que no tenía condiciones en sus casas para que cumplir un aislamiento. Tenemos atención para mujeres y para hombres, y yo hago todas las admisiones que consisten en hacer el examen clínico, un electrocardiograma, un laboratorio y luego controlarlos. Obviamente hay un equipo interdisciplinario, tenemos psiquiatra, psicólogos, trabajadores sociales, abogados, porque hay pibes y pibas que vienen con situaciones judiciales que hay que resolver. Y el abordaje que se hace acá es integral y realmente se trabaja muy bien. También pasa que a veces hay alguna urgencia cerca y tengo que salir a atenderlos, pero bueno, yo cuando vengo acá me brindo para la gente del barrio.
Del consultorio a la Municipalidad
– Sos médico, pero hace mucho que estás en la política ¿Por qué elegiste una y no la otra?
– El problema va a ser cuando sean incompatibles, pero mientras pueda hacer las dos cosas soy muy feliz, son las dos cosas que me gustan. Yo elegí ser médico a los cinco años, mi mamá estaba muy enferma y ese día vino el doctor del pueblo y a mí me conmovió porque casi que la revivió. Se quedó toda la noche ahí. Yo me acuerdo como si fuera ahora que me colgué de la chaquetilla de él y le dije yo quiero ser como vos. A los 17 años me vine a Córdoba a estudiar. Ingresé en el último año de la dictadura. Fue muy duro el ingreso, pero estudié y me recibí a los 23 años. Somos de la primera camada de universitarios en la familia. Mis viejos solo pudieron hacer la primaria, venían de barrios muy humildes y el sueño de ellos fue darnos una educación universitaria. Cumplir el sueño de mis viejos fue cumplir mi sueño también. Así que me recibí, hice la residencia en el Misericordia, volví a trabajar al pueblo y ahí sí me metí a la política. Siempre decía que quería ser intendente del pueblo, así que volví y empecé a militar. Fui concejal por la oposición en el 95 y en el 99 me presenté como intendente por primera vez. El peronismo hacía desde el 73 que no ganaba y en la primera elección gané muy bien. Goberné del 99 al 2003, me reeligieron y en el 2005, en la mitad del segundo mandato, un día me llama el doctor De la Sota y me ofrece ir al Ministerio de Solidaridad. Me sorprendió, pero no dudé en decir que sí y acá estoy. Hace 18 años que estoy otra vez en Córdoba, mi hijo más chico nació acá y ya estoy instalado. Ahora tengo el sueño de ganar la ciudad.
– Haber sido intendente de un pueblo pequeño ¿sirve como experiencia previa a una posible gestión municipal de una ciudad tan grande como Córdoba?
– Muchísimo. No debe haber cosa más compleja que ser intendente en un pueblo donde tenés el trato diario con cada vecino. En mi caso yo no dejé de ejercer la profesión, así que a la tarde iba a mi consultorio y una vez por semana me instalaba en el hospital. Ya era intendente y el hospital está en el otro extremo del pueblo de donde está la Municipalidad, y para mí era muy bueno. La gente venía al consultorio y, además de atender su problema de salud, me hacía algún reclamo. En los pueblos, los vecinos van y te golpean la puerta de tu casa. Es un desafío muy importante, hay que estar 24/7. Así que fue mi primer gran experiencia política. Luego fui ministro dos veces, legislador, haber podido intercambiar y discutir con gente con la que pensás distinto te hace crecer mucho. Yo soy un agradecido porque no dejo nunca de aprender, me gusta estudiar, me gusta involucrarme, soy muy autocrítico y muy autoexigente. En eso con Martín coincidimos, porque nunca estamos conformes, siempre queremos más. Y creo que la experiencia de gobernar la ciudad más grande de nuestra provincia, para nosotros la más linda de Argentina, es un desafío. Y sacarla del estado en que estaba fue un desafío, pero queremos más. Queremos que Córdoba esté mucho mejor.
– Ustedes empezaron la gestión y ahí nomás comenzó la pandemia ¿Significó modificar algunos planes? ¿Hay algún proyecto que haya quedado en el tintero?
– La verdad que la pandemia fue un golpe inesperado, algo para lo cual no estábamos preparados. Todavía hoy estamos viendo muchas consecuencias: la problemática de consumo se agravó, vemos muchos pibes que están en situación de calle que antes no veíamos. Ha sido muy expulsiva y ocasionó una ruptura muy grande, incluso mucha gente murió. Creo que no hay que minimizar el efecto de la pandemia, pero sí que hay mucho por hacer. Nosotros recuperamos la ciudad, la pusimos en una plataforma para desarrollarse y ahora hay que desarrollarla. Yo confío mucho en el trabajo articulado con las organizaciones. Soy un practicante de la consigna de Estado presente y comunidad organizada. Para mí, eso es una doctrina de trabajo importante, porque una ciudad tan grande como Córdoba, con diversidades tan amplias, tan lindas, tan fuertes, el desafío es justamente integrarlas para que eso haga una ciudad mejor. Me parece que conocer eso, involucrarnos, interactuar, nos permite conocer gente que quiere ser protagonista y a la cual hay que darle un espacio. Y nuestra gestión de gobierno con Martín ha ido ampliando su base. De hecho, nosotros como espacio político queremos seguir ampliando, porque entendemos que hay muchísima gente que se quiere sumar a este cambio positivo que le estamos dando a la ciudad. Queremos que la ciudad no vuelva nunca más para atrás. No podemos permitir que venga un intendente y tome una deuda externa en dólares, no podemos permitir que la ciudad sea sólo un trampolín para un candidato y no sea un proyecto de vida para la gente que vive acá. Por eso impulsamos todo lo que tiene que ver con el cuidado de la casa común, con el medio ambiente. Incluimos en agenda el tema de la economía circular, el trabajo con las cooperativas. Por primera vez hay 60 centros de salud que están siendo ampliados, renovados e intervenidos con mano de obra de gente que no tenía oportunidades y que se la estamos dando. Queremos crear trabajo. Queremos generar más producción. Queremos revitalizar el cinturón verde de la ciudad. Mirá si tenemos agenda. Queremos integrar el mercado a lo que produce la gente fuera de la ciudad para que no haya intermediarios que se queden con la renta. La modernización y la innovación la estamos aplicando, no para decir que tenemos inteligencia artificial, sino para que los pibes y las pibas en las escuelas municipales tengan accesibilidad a mejores plataformas educativas, para que el futuro lo empiecen a construir desde ahora.
Abrirles las oportunidades a mucha gente que siempre tuvo la Municipalidad cerrada es para nosotros un objetivo. Lo primero que demostramos fue que, durante más de 20 años, muchos nos habían querido convencer de que el problema de Córdoba era la Municipalidad. Que la Municipalidad no servía para nada, que era una silla eléctrica, que para qué se meten ahí. En tres años y dos meses demostramos que sirve, los que no sirvieron fueron los que la gobernaron mal y los que la hundieron. Con Martín queremos que la ciudad siga mejorando. Esta fórmula de trabajo de articular con la provincia, con Juan Schiaretti nos está dando muchos resultados. Y obviamente, nosotros imaginamos y proyectamos que con Martín en la Casa de Gobierno Provincial y yo en la Municipalidad, esto va a ser todavía mucho más positivo para la ciudad.
– Te escucho hablar de comunidad organizada, de articulación con organizaciones sociales, lo mismo incluso que vos haces acá ¿por qué es importante participar?
– Fundamentalmente porque la única forma de resolver los problemas que tenemos alrededor no es escuchando la radio o poniendo un “Me Gusta” en una red social, eso es un pedacito de la realidad. Transformar la realidad es involucrarse, comprometerse, aportar lo que uno sabe para resolver un problema. Yo atiendo este consultorio porque sé que aporto algo y ayudo, si no, no vendría. Además de que es una satisfacción personal, la vocación de servicio creo que es un insumo fundamental. Junto a la voluntad política son dos cosas importantes para cambiar la realidad. La Madre Teresa de Calcuta nos enseñó que el que no vive para servir, no sirve para vivir, yo llevo esa bandera. Y creo mucho en el Papa Francisco, lo conocí a Jorge Bergoglio, me enamoré de los Hogares de Cristo, de muchas de las acciones donde se ayuda a muchos pibes y pibas. Pibes que estaban abandonados, descartados por la sociedad y yo no quiero una sociedad del descarte. Yo creo que el consumismo, el odio que nos inculcan a través de muchos lugares, hay que enfrentarlo de la mejor manera: comprometiéndose. Frente a cada agravio generar una acción positiva, frente a cada mentira demostrar una verdad. Esa es la política y hay que meterse.