Ticino es una localidad cordobesa ubicada en el departamento General San Martín, que tiene tres mil habitantes. La principal actividad económica en la región es la agricultura, siendo los principales cultivos la soja, el maíz y el maní. Este último tiene como característica generar una gran cantidad de desperdicios que en ocaciones se vuelve un verdadero problema para las poblaciones.
Conviviendo con esta situación, en 2018 la comunidad de Ticino le encontró una vuelta más que interesante a eta realidad: ante el exceso de cáscaras de este fruto seco, los vecinos decidieron, a través de un proceso de combustión y generación de energía denominada Rankine, el cual consta de un ciclo termodinámico que se usa en las centrales termoeléctricas.
De esta manera, Ticino logra generar energía renovable que tiene capacidad para abastecer a más de 6000 familias y nunca quedar sin luz gracias a su planta de generación de energía renovable.
¿Cómo llega este pequeño pueblo a convertirse en un ejemplo de energía renovable?
En Ticino se produce el 80% del maní que se consume en la Argentina y se procesa el 100%, ya que las plantas de procesamiento se encuentran instaladas allí. Los habitantes viven de este fruto seco, siembran las semillas y las cosechan para exportarlas.
Lo cierto es que el crecimiento de la producción generaba enormes cúmulos de cáscaras que era difícil de transportar y, a su vez, dispersaba por los campos o caían en los terrenos baldíos produciendo focos de incendio.
Este hecho generaba una verdadera problemática ambiental. Por eso, los habitantes de la localidad cordobesa tomaron esta situación en sus manos, y propusieron utilizar los desechos para generar energía renovable.
De esta manera, gracias a la inversión de la empresa Lorenzati, Ruetsch y Cía, dedicada a producir y comercializar cereales, maní y oleaginosas, inauguraron la planta Generación Ticino Biomasa en 2018.
En su propio portal web, destacan y valoran el proceso: “el ciclo de generación de energía a partir de biomasa se denomina RANKINE. Mediante la quema de cáscara de maní, se produce un calor que genera vapor de alta presión y temperatura en el domo de la caldera. Éste ingresa a la turbina y se expande con el objetivo de generar trabajo mecánico en su eje, accionando un generador electrónico que produce electricidad. Luego, el vapor de baja presión saliente se introduce en un condensador cambiando a un estado líquido. El calor restante es evacuado mediante una corriente de refrigeración: el agua excedente que proviene del uso de la planta. Por último, una bomba se encarga de aumentar la presión del fluido en la fase líquida, volviendo a introducirla nuevamente en la caldera”.
En total se consumen 3,5 toneladas de cáscara de maní por hora y se entregan 3 megavatios por hora a la circulación de energía limpia para el pueblo y localidades cercanas.